Manolete, se acabó la espera. Merecía la pena aguardar 1.176 días para disfrutar otra vez de la fiesta del derby por antonomasia. Esta mañana he enterrado el hacha de guerra, he llamado a mi cuñado José y a mi primo Fernando, dos atléticos furibundos, y les he deseado suerte de corazón. Sé que esta noche vamos a vivir una tarde de fantasía, fútbol de alta escuela y goles mágicos (y blancos), pero también tengo la certeza de que el Atlético será un rival digno y a la altura de un duelo perfumado por la Historia hasta convertirlo en uno de los grandes clásicos.

Me gusta tu tono conciliador Manolete, tanto como la comida que las peñas de ambos equipos van a celebrar antes del Madrid-Atleti. Esto es fútbol y nada ni nadie debe enturbiar un reencuentro justo y necesario. Madridistas y atléticos discutimos tomando unas cañas, pero siempre deberíamos despedirnos con un abrazo. Estos tres años se han hecho muy largos. Rivales, siempre; enemigos, nunca.

Te digo más, Manolete. Aunque os ganemos 4-0 (eso fijo) el Atleti podrá regresar a casa orgulloso. Es un grande y en el Bernabéu sabemos valorarlo...