Les ha tocado la china. El virus FIFA no entiende de decisiones diplomáticas. Y menos si hay dólares e intereses publicitarios por medio. Quiero predisponerles para que intenten asimilar sin indignarse (no es fácil) que dos de las joyas de la corona madridista (Ronaldo y Roberto Carlos), sin descartar al titular Flavio, van a verse obligados a pegarse un palizón de 20 horas de viaje para poder jugar un amistoso que medirá el 12 de febrero a Brasil... ¡con China!
Será en el sur de este país con formato de continente que acoge a más de 1.232 millones de habitantes. La ciudad de Guangzhou, en la que el plato más caro y codiciado son los sesos de mono y las culebras a la plancha, espera entusiasmada esa llegada del Penta, liderado por Ronaldo, Roberto Carlos y Rivaldo. ¿Saben por qué es inevitable que los dos cracks del Madrid se tengan que tragar 22.000 kilómetros, entre ida y vuelta, para este estúpido bolo? Porque los 1,25 millones de euros que paga la Federación China a la Confederación Brasileña por el partido (200 millones de los de antes) quedarían en suspenso si faltase uno de los dos cracks madridistas. Con Rivaldo, igual.
Ronaldo es dios en territorio asiático y más después de su deslumbrante actuación en el último Mundial de Japón y Corea. Roberto Carlos, por su parte, es la imagen que aparece en China en todos los botes de Pepsi-Cola y es un ídolo para los jóvenes. Además, el amistoso está en el cupo reglamentado por la FIFA, por lo que el Madrid acepta resignado el palizón que se van a dar sus dos cracks. Ambos, e insisto que Flavio podría acompañarles, viajarán hasta Guangzhou (vía Londres) en la noche del 9 de febrero, tras la disputa en el Bernabéu del Real Madrid-Betis.
Lo peor será al regreso del China-Brasil. El día 15 se jugará en Pamplona el Osasuna-Real Madrid, adelantado al sábado por la reanudación de la Champions con un durísimo partido con el Borussia Dortmund. Los cracks llegarán con el tiempo justo y agotados. Mal asunto.
