Cinco años desde la caída de la portería

Liga de Campeones | R. Madrid - Borussia Dortmund

Cinco años desde la caída de la portería

Cinco años desde la caída de la portería

La Séptima corrió serio peligro por culpa del bochornoso incidente.

Restaban 17 minutos para las nueve de la noche de aquel 1 de abril de 1998 de infausto recuerdo. Real Madrid y Borussia Dortmund formaban disciplinadamente en el corazón del Bernabéu mientras escuchaban el ñoño himno de la Champions, ajenos a lo que acontecía en la portería de Illgner. Igual que cayó el Muro de Berlín, el de la vergüenza, la portería del mítico Fondo Sur, la de las grandes remontadas europeas, se desplomaba estrepitosamente al ceder ambos postes por el peso de un centenar de Ultras Sur subidos a la valla metálica.

Me encontraba a 10 metros de la canallada y nunca olvidaré el estupor, primero, y la indignación, después, de los 100.000 fieles a la religión madridista que por un instante temieron que el sueño de la Séptima se iba a esfumar por la negligencia del club (¿a qué iluminado se le ocurrió ordenar que se atara con cables la portería a la valla?) y la bravuconada de unos chavales que no supieron calibrar el daño irreparable que iban a ocasionar a la imagen de la institución más laureada de este planeta.

Lorenzo Sanz, en el palco, se limitaba a hablar por su teléfono portátil, pero no encontraba soluciones... ¡En el estadio no había una sola portería de repuesto! El árbitro, el holandés Van der Ende, no hizo caso a las sugerencias de los asustados alemanes ("Suspenda usted el partido...") y esperó una solución milagrera. Y ésta llegó en mitad de ese esperpento que consiguió que AS hablase de un "Madrid de charanga y pandereta".

Agustín Herrerín, por entonces encargado de acompañar a los rivales europeos de los blancos en Europa y ayudante de Julio Casabella, el legendario delegado del club, se lió la manta a la cabeza y emprendió una lucha contra el reloj. Se subió a una moto DKV, propiedad del Madrid, logró que Damián Sedano, responsable de seguridad, movilizase a dos policías municipales motorizados, y se fueron a la Ciudad Deportiva en busca de una portería ‘salvadora’.

Allí no había nadie (todos los empleados estaban en el fútbol) y se saltó el muro, rompiéndose los pantalones y a punto de dejarse su masculinidad en los hierros oxidados. Vio en una carpa a un camionero cenando y le gritó: "Te pago lo que sea si subimos en tu camión una portería y la llevamos al Bernabéu". El campo estaba cerrado y, como en las películas americanas de serie B, Cándido Gómez, el camionero de la Séptima, derribó la valla (aplicando el método de los chorizos, el del alunizaje) y subieron una portería a los lomos del vehículo.

Suicidas

Enfilaron Castellana abajo como los pilotos suicidas de los fines de semana, accediendo al Bernabéu en dirección prohibida para llegar antes. A las 21.45 horas, 60 minutos después de la suspensión del duelo, la portería salvadora entró en el estadio como lo hacían las legiones de Roma tras sus exitosas conquistas. El Bernabéu la ovacionó como si fuese el Arca perdida y 15 minutos después, con los alemanes bostezando, empezó el partido: 2-0, con punterazo de Karembeu incluido, y medio pie en la final de Amsterdam. La UEFA multó al Madrid y toda Europa se abochornó por lo ocurrido. Herrerín, va por ti.