Un rival brasileño

Aunque sea paradójico e incomprensible España se enfrenta en una semifinal de un Campeonato de Europa a una selección brasileña. Los italianos han recurrido a las nacionalizaciones de brasileños para plantar cara a nuestra Selección. Hartos de vivir a la sombra de la evolución del fútbol sala español, donde el dominio de los conceptos tácticos del juego nos han hecho llegar al título de campeones del mundo y de Europa.

Han tirado por la calle del medio, recurriendo a la calidad individual de los jugadores italobrasileños, pero han perdido su capacidad colectiva, pasando a depender de la inspiración de jugadores como Montovanelli, Bacaro y Foglia, además de las dramáticas actuaciones en la banda de sus seleccionador Alessandro Nuccorini. Lozano, que abandera la corriente constructiva y creativa del fútbol sala, ha hecho que nuestra Selección no sólo sea respetada por su juego espectacular, sino por su actitud deportiva y de respeto hacia el rival, el público e incluso los árbitros. Y por la actitud competitiva a través de un gran dominio del juego colectivo, donde podríamos destacar a Kike, Daniel u Orol.

Los tres podrían representar el papel de arquitectos en la construcción del juego de nuestro equipo, que ofrecen toques artísticos en los remates finales de las acciones elaboradas por un bloque, ante un grupo de jugadores que individualmente representa un papel de meros decoradores y que pierde efectividad por carecer de solidaridad en su juego.