Los otros galácticos

Primera | Real Madrid 4 - Racing 1

Los otros galácticos

Los otros galácticos

jesús aguilera, a. aparicio, jesús rubio y carlos martínez

Portillo y Guti reactivan al Madrid. Con el 2-1, el Racing dominó y pudo empatar. El líder piensa en el Milán

Cuando pensábamos que tal vez a Portillo 45 minutos se le pueden hacer largos (somos malvados, lo sé), llegó Raúl y se la puso en bandeja. Fue gol, un poco ronaldiano, la verdad, porque el portero estuvo a punto de atraparla, pero no la atrapó. Las pelotas según quién las toque son muy pelotas. Y cuando pensábamos que el partido estaba acabado (somos miopes, lo sé) llegó Guti y marcó un gol de Guti: control con la derecha alargando la gadgetopierna y chut con la izquierda a una escuadra. Raúl volvió a ser el asistente, aunque en esta ocasión le bastó con abrir las piernas y dejar pasar el balón. Cuando ya eres bueno hasta sin tocarla es que eres muy bueno.

Guti y Portillo son los suplentes ideales, reanimadores y decisivos, y eso, que es fantástico, es también, en cierto modo, su condena porque les convierte en especialistas del trabajo sucio. Sin embargo, hay algo que les hace diferentes. Portillo no puede desplazar a ninguno de los cracks que le tapan y ha de resignarse, pero Guti ha demostrado que es capaz de readaptarse al puesto de pivote y ser infinitamente mejor que Flavio, que no aporta más que pico y pala, lo mismo que Makelele, pero con menos criterio.

Hasta que Guti y Portillo salieron al campo, el Madrid remoloneaba peligrosamente, como suele hacer en casa ante los pesos ligeros. Sabe que a poco que apriete ganará. Y entonces, aprieta poco. Y tiene razón porque se le disparan las pistolas sin querer. A esta pereza natural del que se siente superior hay que añadir, además, otra excusa: la sombra del Milán. Debe ser imposible quitarte de la cabeza ese encuentro, no estar impaciente, no querer acabar pronto con lo que se interpone. Y en esas condiciones suele suceder que terminas tarde.

Y eso que el Madrid no tardó en abrir el melón, apenas diez minutos, con un penalti dudoso pitado por supuesto agarrón de Juanma a Ronaldo, que rozaba el fuera de juego. Fue una de esas jugadas que cuanto más se ven repetidas, peor: confunden más. Figo transformó la pena y sumó su décimo gol en Liga (seis de ellos de penalti), su récord en Primera División. En los minutos siguientes el Madrid hizo su mejor fútbol (arabescos variados), lo que sirvió para comprobar que Zidane ha vuelto. De hecho, suyo fue el segundo gol, al cabecear un buen centro de Figo al segundo palo. Tras marcar, Zidane se encontró de narices con la grada y se puso a saludar, porque es un señor muy educado. Por cierto, ya lleva siete goles esta temporada (los mismos que la pasada).

En la segunda parte el Racing salió con otros ánimos. Quizá fuera la arenga de Piterman, que lucía un modelito un poco Corrupción en Miami y daba un cierto terror. La salida de Regueiro, Ismael y Benayoun ordenó al equipo y le dio mordiente. También contribuyeron Pavón y Rubén, un poco temblorosos pese al respaldo del público.

En una de esas, un disparo rasito de Nafti tropezó en Rubén, despistó a Casillas y acabó en la red. Fue el momento del Racing, que pasó a dominar el partido, aunque con cierta inocencia. Y cuando la pegaba con mala leche aparecía Casillas. Pero Regueiro se lesionó y los visitantes, que no podían reemplazarlo, perdieron fuelle. Es posible que Piterman aprendiera ayer que no conviene hacer todos los cambios en el descanso, que una cosa es ser un revolucionario y otra un membrillo.

Luego salió Guti y sucedió lo que saben. El mundo cambió. Portillo, que sustituyó en el intermedio a Ronaldo (con una sobrecarga), besó tras su gol al escudo, con inusitada pasión (quizá con lengua) y mirando a la grada (o al Barça, nunca se sabe). El árbitro pitó el final y una chica de 15 años saltó al campo para abrazar a Casillas, que es un héroe muy superpop. La joven fue apartada de su amor por un aplicado guardia muerto de envidia.