Se acabó Europa

Copa de la UEFA | Boavista 1 - Málaga 0

Se acabó Europa

Se acabó Europa

mariano pozo y agencias

El Málaga cayó en la tanda de penaltis. El sueño de los de Peiró duró hasta el minuto 84

Se acabó Europa para el Málaga. Se terminó una aventura que duró muchos meses, la aventura más hermosa del equipo de la Costa del Sol. El Boavista, en la tanda de penaltis, le arrebató el sable y las ilusiones a los malaguistas. Eso sí, tuvieron que sudar la gota gorda los portugueses.

A Peiró posiblemente le doliera el dedo gordo del pie la víspera, quizás lo achacaba a la humedad atlántica de Oporto, tal vez a una premonición, el caso es que las premoniciones a esas alturas de competición mosquean una barbaridad. Así que el técnico del Málaga no se lo pensó dos veces: dejó a Dely Valdés en el banquillo, masticando su artillería para más adelante y amurallando la defensa. Fue el primer golpe de efecto, una jugada para dejar que las ideas se pasearan al libre albedrío de los analistas. Y la mosca que le picaba el dedo gordo a Peiró no tardó en aparecer. El Boavista asustó desde el primer minuto, mostrando sus papeles al Málaga. Con Silva, el bien llamado Pistolero, vivaqueando por la segunda línea defensiva albiazul. Lo malo para Silva fue la solidez de la doble muralla costasoleña (Miguel Ángel y Bravo, la gran sorpresa, por delante de Litos y Fernando Sanz), que no se andaba para bromas. Tampoco pintaba bonito (para los locales) por las bandas, donde Josemi y Roteta montaron la bayoneta y fijaron su posición. Del asunto se percató muy pronto Jaime Pacheco, de ahí que no esperara ni al descanso para mover su primera ficha. Mandó a las duchas al desconcertado Jorge Couto y sacó a la hierba al gigante Luiz Claudio. Estaba claro: el técnico luso quería prender fuego en el área que defendía Koke Contreras; por tierra y por aire. Pero siguieron machacones los portugueses, que se dieron trompadas contra el cemento blanquiazul con la vana (y estúpida) esperanza de hacer doblar las rodillas a los de La Rosaleda.

Con todo, los locales llevaron la angustia al corazón de los malagueños con varios arcabuzazos. La primera bala llegó de la bota del brasileño Josivalter cuando las piernas de los jugadores del Málaga todavía estaban frías. Fue un aviso y los de Peiró tomaron nota y pusieron más concentración en sus siguientes acciones.

Boavista apretaba los dientes y buscaba la aventura del juego aéreo. Pero Litos, Fernando Sanz y Bravo no mostraron apenas fisuras en sus movimientos, y el resto de compañeros andaba por allí para tender un cable. Era una tarea de todos, un remo gigante para seguir manteniendo al Málaga en Europa. Darío Silva se fajaba con los durísimo Eder y Paulo Turra, que utilizaron todas las fórmulas posibles para frenar al bravo charrúa. Este encontraba la colaboración esporádica de Manu por la derecha y Sandro por el centro. El canario sufrió un durísimo castigo de su par, Anunciaçao, pero siguió mirando al frente buscando a Darío.

Costaba mucho trabajo hilvanar una jugada de cierta solvencia técnica sin que ningún luso castigase las piernas malaguistas. El Boavista miraba fijamente a Contreras y buscaba las cabezas de sus delanteros, jugada que se repetía con machacona insistencia. En los medios, Pedrosa, Duda, Anunciaçao y Jocivalter mostraron fiereza y poco fútbol. Los de Peiró quisieron bajar el cuero, mostrar su mejor técnica ante el poderío físico del adversario pero la fortuna le hizo lagunas a los blanquiazules, que en ocasiones se olvidaron del arquero Ricardo. Hubo, un gol fantasma, que no subió al marcador y que Contreras sacó. Y eso que el Málaga dispuso de momentos para sumar. Pero un remate de Darío se fue por encima del larguero, el disparo de media vuelta de Manu no tampoco vio las mallas. Pero el momento de oro de la noche lo tuvo en sus bolsillos el veterano Dely Valdés, que recibió un pase maravilloso de Manu, que quebró la espalda a Eder, para que, solo ante Ricardo, descerrajar el tiro de gracia. Pero no llegó y Europa se fue muy lejos. Pero que le quiten el baile.