¡Qué difícil es seguir la Fórmula 1!

¡Qué difícil es seguir la Fórmula 1!

Ahora que se desata la fiebre por la Fórmula 1 en España gracias al fenómeno Alonso y que la audiencia en televisión lleva camino de ser tan millonaria como la de los partidos de fútbol, resulta que seguir las carreras es más complicado de lo que imaginábamos. Vemos a Raikkonen celebrando con toda justicia su victoria el pasado domingo en el Gran Premio de Brasil, porque para eso había sido declarado vencedor, y ahora nos dicen que no ganó. Si ni siquiera los jueces son capaces de acertar con el vencedor en el momento que se paró la carrera, cómo para saberlo el resto de los mortales.

Y es que la Fórmula 1 no es tan sencilla de seguir como parece. Salen todos juntos y gana el que llega primero. De acuerdo. Pero hasta que cruza la meta el vencedor, la carrera es un galimatías porque los coches paran hasta tres veces a repostar. Y si se producen accidentes como los del domingo, entonces ya es el acabóse. Si no, ya me dirán ustedes cómo unos comisarios profesionales son capaces de dar un vencedor equivocado. Fácil no debe ser cuando el mismo Alonso se quedó sorprendido de haber acabado en tercera posición. Que sepamos, no quedó conmocionado del golpe.

Cuando nos ponemos a ver la Fórmula 1 hay que hacer un acto de fe de lo que nos cuentan, porque de lo que vemos no hay que hacer mucho caso. En Malaisia, Alonso salió primero, nadie le adelantó, él tampoco a nadie, y acabó tercero con una vuelta de ventaja sobre Schumacher. ¿Misterio de la Santísima Trinidad? No, resultado de que en la moderna Fórmula 1 muchos de los adelantamientos se producen cuando los pilotos entran en boxes. Un error, porque nos privan del espectáculo. Pero da igual. Mientras esté Alonso seguiremos viendo la Fórmula 1 y lo mismo acabamos siendo unos expertos.