A los 39 años, en 1991, Jimmy Connors inflamó como una pira la ciénaga pastosa de Flushing Meadow al meterse en las semifinales del US Open. En 1976, Jimmy, que ya ganaba finales de Grand Slam, proclamó: "He pasado bolas con un niño de seis años que se llama Andre Agassi. Cuando ese chico empiece a jugar partidos, él será quien me retire". No fue exactamente así, pero...

A los 33 años, en 1992, John Patrick McEnroe Jr., el mejor tenista de todos los tiempos, alcanzó por última vez en su vida la semifinal individual de Wimbledon. Ese mismo año, SuperMac aún ganó la final de dobles. Pero en esa semifinal, el resto de Andre Agassi sepultó en la prehistoria el saque y la volea de Johnny Mac.

Después, en la final, Agassi pareció inaugurar una era: impuso ese resto de anticipación imposible sobre el saque casi imposible de Goran Ivanisevic. Hasta hoy, ese es el único Wimbledon que ha ganado Andre.

Y este Andre, Just Andre, el hombre al que el gran Curry Kirkpatrick describió como Van Gogh en la prisión de la pista, como un punkie con AI (Inteligencia Artificial) o como MacMurphy, el personaje de Jack Nicholson en Alguien voló sobre el Nido del Cuco, ha conseguido ser el loco más cuerdo en el manicomio conocido como circuito.

Cuando Andre batió el sabado al austriaco Jürgen Melzer en las semifinales del Campeonato de EE UU de tierra batida, en Houston, aquel niño que pasaba bolas en los 70 con James Scott Connors, se convirtió en el número mundial más viejo en la historia: con 33 años. Tan lejos no llegaron ni Connors, ni Lendl, ni Newcombe, ni, por supuestísimo, John McEnroe. Agassi no encontraba palabras en Houston. "Había olvidado lo que era sentirse tan bien. Sólo sé que he deseado ser número uno en cada bola, en cada movimiento, en cada golpe". Al día siguiente, este Van Gogh calvo defendió su flamante conquista como si se tratara de Steffi Graf: ganando a Roddick la final de Houston desde un 3-6, 0-2 y 0-40 en contra.

Agassi ha hecho lo que ha hecho perfilando su preparación hasta lo increible: "Con el tiempo, he aprendido a entrenarme con inteligencia: sé exactamente lo que tengo que hacer con mi cuerpo". Otro secreto a voces es Steffi Graf... Cuando llegó la Fraülein, Andre dijo adiós a las frivolidades, las mechas teñidas y las pizzas. Despidió a Brad Gilbert cuando ya no podía darle un solo consejo más. Dijo hola a la estabilidad en los preciosos brazos del niñito Jaden Gil. Resultado de la suma: Van Gogh, de viejo, es el número uno.