El triunfo de un tipo normal

El triunfo de un tipo normal

La Bota de Oro del año 2003 no la calzará un tipo con hechuras de estrella del pop ni un look glamuroso disfrazado con ropa italiana. No será alguien que dribla paparazzis con la misma facilidad con la que regatea a las defensas. Ni siquiera es un icono publicitario. La Bota de este año es para un jornalero del fútbol, un frutero del gol, un percebeiro del área.

Un marido que le quita el Mini a su mujer para ir a los entrenamientos. Alguien que habla cinco idiomas (hay veces que entre cinco no hablan uno) y que no tiene reparos en decir en Italia que no le gusta el calcio. El tipo que se va a llevar la Bota de Oro este año se juega las habichuelas con los capos del negocio de los goles (sus amigos Van Nistelrroy y Kluivert en Holanda, y sus compañeros Tristán y Luque en el Deportivo) y se las gana. Un rapaz que le mete tres goles a Oliver Kahn y le quita importancia, "porque hay cosas mucho más importantes en la vida". Alguien natural en el artificial mundo del fútbol. Un jugador que se irá dentro de dos años, como máximo, de A Coruña porque así lo ha decidido. Un hombre de palabra.

Si esperaba que esto fuera una exaltación de las virtudes del siete del Depor, se equivocaron de sitio. Y si lo ha entendido así, lo comprendieron al revés. Lo que quería contarles es que hoy ha ganado la Bota de Oro un tipo normal. Y créanme, a este fútbol le viene bien que entre tanta estrella y tanto estrellado siempre haya algún Roy.