El Atlético acalló cualquier polémica, haciendo un partido de trámite ante la Real. En el primer tiempo Luis García y el Niño dieron dos sustos. No era que lo estuvieran bordando. Se aprovechaban de un conjunto donostiarra atenazado por los nervios y la presión. Con el empate del Athletic, la hinchada del Calderón juraba en arameo contra su gente. Pedía un autogol como mínimo. Era el momento de que la Real se pusiera en ventaja y el Bernabéu se asustara de verdad. Ni siquiera en esta ocasión fueron fieles con su gente.

Ya en el descanso se tomaron vacaciones adelantadas y la Real cumplió con el pronóstico. El favor al vecino no se iba a cumplir. Los rojiblancos fuimos los invitados de lujo a la fiesta donostiarra y demostramos que estamos bien educados. Tampoco hay que sacar conclusiones precipitadas ya que partidos tan malos como el de ayer el Atlético los ha coleccionado esta temporada a montones. Decimos adiós al año de Centenario como lo iniciamos. De manera vulgar y en un ambiente de relajación absoluta. Al menos en esta ocasión sí han permitido que la afición puede dar un resoplido de alivio. Hubiese sido el colmo ser los encargados de dar la Liga a los Galácticos. Entramos en la semanas de rebajas y es el momento de dar las bajas que se han merecido muchos jugadores y técnicos. El Atlético ha estado fuera de órbita toda la campaña.