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M. Á. Santos

El Titanic azulgrana

Actualizado a

Habrá dimes y diretes sobre las cifras del déficit del Barça y sobre su deuda toda (ahora salen directivos de la era Gaspart, los que le permitieron el despilfarro, pretendiendo lavarse las manos). Habrá millones arriba o abajo en las listas de quienes creen saber el auténtico monto del descalabro financiero. Sí. Pero lo que nadie podrá negar a partir de hoy es que la situación económica del club azulgrana es un desastre. Y que sólo con medidas enérgicas y radicales podrá la centenaria entidad barcelonesa resurgir del lodo para volver a estar saneada.

Ahora que se ha descubierto el pastel, sería un loable ejercicio de dignidad repasar la hemeroteca y poner a cada cual en su sitio: a los que alabaron al amic Joan por su culerismo sin ver más allá de sus orejeras; a quienes, cuando empezó a sospecharse el hundimiento del Titanic, sacaron las espada flamígera del barcelonismo como salvaguarda catalanista para defender lo indefendible. También deberían hacerlo los que, además de decirlo, lo escribieron en los papeles, porque de lo que se trataba era de seguir pegados al poder para que no se escapara la ubre que los amamanta.

Sólo quienes advirtieron que la nave se hundía merecen respeto. Pero ya se sabe: ni los agoreros ni los que dicen la verdad tienen sitio en el mapa telúrico de un club que es más que un club.