Una decisión arriesgada

Una decisión arriesgada

Lo mejor

La posibilidad de emular a los tres únicos ganadores con dos marcas en la clase reina en sus 55 años de historia: Geoff Duke (Norton y Gilera), Giacomo Agostini (MV Augusta y Yamaha) y Eddie Lawson (Honda y Yamaha).

La emoción que recupera el campeonato de MotoGP, algo anodino los tres últimos años al coincidir siempre el mejor piloto con la mejor moto.

Haber herido el orgullo de la poderosa y prepotente Honda, que el próximo año hará todo lo posible para demostrar que Rossi ganaba gracias a su moto. De eso se beneficiará Gibernau.

El baile de fichajes que ha deparado su salida, con el regreso de Barros a Honda para ocupar su sitio en el equipo de fábrica Repsol y la llegada de Edwards al MoviStar Gresini.

El acto de valentía que supone abandonar la mejor moto de toda la parrilla para irse a una netamente inferior.

Lo peor

La más que demostrada inferioridad mecánica de la Yamaha M1 respecto a las Honda RC211V y a las Ducati Desmosedici. Sólo un piloto de esta marca ha subido una vez al podio en toda la temporada recién terminada. Fue Alex Barros, en Le Mans.

Su contrato con Honda está vigente hasta el 31 de diciembre y, si la marca del ala dorada no le permite subirse antes de esa fecha a su nueva Yamaha, su pretemporada empezará más tarde que la de los demás y comenzará el próximo curso en clara desventaja respecto a sus rivales.

Su renuncia a la cláusula antitabaco, por la cual, si corría defendiendo los colores de un patrocinador de este sector (caso de Altadis y Yamaha), éste debería donar la misma cantidad que supusiera su sueldo a la lucha contra el cáncer. Ya no será así porque ha entendido que sin patrocinador no es posible el fichaje por Yamaha.