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J. M. Gozalo

Ronaldo, el hombre feliz

Actualizado a

No hace gestos, no da saltos, no se tira al suelo ni pega puñetazos al aire. Se limita a sonreir de oreja, mover el dedo índice y dejarse querer, mimar, y pellizcar los mofletes. Este Ronaldo es un hombre feliz, un canto al fútbol, un poeta del gol. No se enfada si le pegan, no pide perdón si se equivoca, no se echa las manos a la cabeza cuando no llega a un balón. Se limita a sonreir. Tiene piernas de acero y risa de niño divertido. No pierde los nervios y reconoce su suerte cuando hace algo fuera de sus límites y le sale bien.

Ajeno a la tensión o los malos rollos, asume el papel que le corresponde, vive la vida con espontaneidad, no tiene fobias ni filias y le trae sin cuidado que le llamen gordito. Un hombre feliz que mañana volverá a Mestalla para ayudar a su equipo a llegar a semifinales de Copa. Que el Madrid tiene muchos metros ganados en la carrera por la ronda siguiente, es obvio. Pero lo es también que el Valencia no se entregará sin lucha. El Madrid juega con un resultado contundente y con Ronaldo, que es sinónimo de peligro permanente. El brasileño prefiere un partido a dos entrenamientos, le encanta el jamón, la belleza y marcar goles. Ya es el mejor de Europa en producción y aún le queda media Liga, la Copa y la Champions. La vida le sonríe a este personaje que tantas veces ha sufrido la otra cara. Quizá por eso sonríe tanto.