Tristante, conciencia feliz

Tristante, conciencia feliz

Pedro Tristante Oliva (Murcia, 1961) podría encararse con aquellos técnicos de Primera que tanto le critican y reprocharles, titulación nacional de entrenador en mano, cuáles son sus defectos. Sería el mundo al revés. Tristante es el único colegiado profesional con el carnet de entrenador, pero huye de protagonismos y su respuesta siempre es la misma: "No es mi estilo. Siempre pensaré como árbitro, no lo dejaría ni por un banquillo de Primera División".

Es militar de profesión pero prefiere que se le conozca como un funcionario más. Hombre honesto y sencillo, esta temporada ha debutado en Primera, algo que no le impide dirigir los fines de semana partidos de alevines en los campos de tierra que hay repartidos por la geografía murciana.

En el día posterior al Real Madrid-Valencia, AS se puso en contacto con Tristante Oliva. Su respuesta telefónica fue escueta: "Hola. Lo siento, no voy a hacer declaraciones". No quiere líos, sobre todo ayer, cuando le fusilaron con llamadas. Ante todas ellas se mostró impasible. Pero lo cierto es que repasó con detalle lo que publicaron los periódicos y que se detuvo a analizar la secuencia de fotos que llevaba AS en portada. Se mostró aún más convencido de lo que señaló y de que aparte del propio agarrón, el detonante de la infracción fue la acción de Marchena de golpear con su pie izquierdo la pierna derecha de Raúl. Por el tiempo de reacción, fue su asistente el que le indicó la pena máxima.

A sus 42 años, Tristante Oliva es consciente de que un desliz le puede obligar a retirarse del arbitraje profesional después de pasarse ocho años en Segunda. Murciano de pura cepa, del Barrio del Carmen para más señas, esta temporada ha tenido que lidiar con un Sevilla-Real Madrid y un derby Valencia-Villarreal, antes de que el dichoso ordenador le pusiese el partido del domingo encima. Es valiente, pero no por dárselas de ello, sino porque a la hora de hacer su trabajo no se arruga ante nadie. El gran enemigo que tuvo el domingo fueron los condicionantes: era el último minuto, en el Bernabéu, con los dos primeros del campeonato y, lo que es más importante, que penaltis similares no son señalados cada vez que ocurren. El reglamento está ahí y, en décimas de segundo, tuvo que interpretarlo. Personalmente, pienso que acertó.