Euforia contra pena

Primera | Real Madrid - Celta

Euforia contra pena

Euforia contra pena

JESÚS AGUILERA

El Madrid, flamante líder, recibe con los galácticos al completo a un Celta afligido por su infortunio en la Champions y su dramática situación en la Liga

Desde mi condición de nieto de céltico furibundo, llueva o truene, puedo entender perfectamente la pena que invade al Celta, equipo por todos elogiado (el mejor fútbol de Europa, dijeron), pero al que se le ha pasado el arroz sin un triste título. Hubo una final de Copa perdida, dos si contamos aquella en el Calderón de 1994, y una clasifi cación para la Champions que llegó demasiado tarde, agotados jugadores y afición, acostumbrados a tantas decepciones que se disfrutó poco aquella alegría, los gallegos son así.

El Celta visita el Bernabéu más apaleado que nunca (hace un año era quinto y tenía once puntos más), después de ser injustamente derrotado por el Arsenal y a un punto del descenso, varios jugadores lesionados y otros tantos sin ilusión, organizando fiestas antes de los partidos a vida o muerte, lo peor es cuando los futbolistas dejan de creer. De los que participaron en el guateque que precedió al par tido contra el Málaga, jugará Cáceres, mientras Pinilla esperará su oportunidad en el banquillo.

Si fuera por el ánimo de los contendientes no habría partido, pero en la alineación del Celta sigue habiendo jugadores con demasiada categoría como para tirar la toalla. Está Mostovoi, genio tendente a la melancolía, y Milosevic, buen delantero que fue mejor; también está Ilic, centrocampista elogiadísimo por Maldini, o Edu, un brasileño completísimo, elegante, que regresa tras una lesión. Y, quizá, lo más importante, está Radomir Antic, entrenador especialista en motivar grupos.

El regreso de Antic al Bernabéu también será el del entrenador que fue despedido cuando tenía al equipo líder, ha llovido desde 1991, pero hay cosas que nunca se olvidan. Antic sólo ha ganado una vez como visitante en Chamartín: 0-1, con el Oviedo en 1993.

Para el Madrid la tristeza es un concepto ajeno, como de pobres. No es sólo que el equipo se sienta invulnerable, es que la suerte está de su parte, también el destino: si no hay inspiración, los rivales se los acaban metiendo en propia puerta, como el irascible Oliver.

Cambios. Aunque se anunciaban rotaciones, el único que tendrá descanso será Raúl Bravo, cuyo puesto lo ocupará el recientemente defenestrado Pavón, ahora la china le toca Mejía. Ignoro si es un moderno sistema para tener a todos los chicos contentos o para deprimirlos en masa, más bien parece esto último. Recuerdo que a Núñez lo probó Queiroz esta semana como delantero centro.

Se rumoreaba también con que Raúl podría quedarse en el banquillo, pero alguien como él jamás se raja cuando no está bien y hace ya mucho tiempo que Raúl no está bien. Salgado era otro candidato a recuperar el resuello, pero tampoco está por la labor.

El Madrid, que tiene la oportunidad de seguir poniendo tierra de por medio, volverá a jugar con todos sus galácticos. Como siempre, la atención se centra en Ronaldo, quizá espoleado por su inminente renovación. Si sus números son espectaculares jugando en zapatillas y bata, es apasionante imaginar de lo que será capaz cuando se ponga la cazadora de pinchos.

La última vez que el Celta ganó en el Bernabéu fue en 1998 (1-2), el gol de la victoria logrado por Makelele. Antes sólo había vencido una vez, en 1948 (1-4), dos tantos de Pahíño. Ni siquiera la estadística es muy alentadora para el Celta. Quizá les animará saber que todas las víctimas que pasaron por Madrid tuvieron una oportunidad de cambiar su destino. Aunque ninguna lo hizo.