La euforia de Laporta

La euforia de Laporta

Entre las varias acepciones que el diccionario concede a euforia, la más cercana a lo que vive el presidente del Barcelona es "estado de ánimo que tiende al optimismo". Soy poco proclive a ciertas comparaciones. Laporta, llevado quizá por el dulce momento, dice cosas curiosas que llaman la atención porque no se ajustan a su personalidad tranquila. Y se tira de archivo para recordar pasajes diferentes en la vida de Gaspart. Craso error. La sutil diferencia es que Gaspart lo decía y lo hacía. En Joan Laporta no pasa de ser un comentario más o menos jocoso que su prudencia le impedirá cometer. Pero todo eso es sazonar un poquito el partido. En su fuero interno, Laporta sabe que el domingo van a surgir incontenibles emociones.

Y sabe también, que si el Barça logra controlarlas, será un huracán con argumentos. La enorme suerte madridista es la diferencia de puntos que dejaría en disgusto lo que podría ser un desastre, gracias a la bendita victoria del Calderón. Hace mucho tiempo que no sentía, en el combate doméstico, una expectación tan acusada por ver por primera vez a Ronaldinho en el templo madridista en partido oficial, con el equipo jugándose la penúltima carta e imbuido de liturgia antimerengue. Volverá Ronaldo, me relamo pensando en la greca Beckham-Davids, qué espacio tendrá Zidane, si aparecerá Raúl, por dónde se colocará Saviola, qué adrenalina soltará Figo o si atajará Casillas...