Nikolaidis ha sido otra de las sorpresas de este Atlético de Manzano. Nadie sabe por qué vino, yo creo que ni el propio entrenador. Se quedó en el banquillo muchas jornadas hasta que, sin saber muy bien tampoco los motivos, apareció en las alineaciones como pareja del Niño Torres. Tosco y fuerte, con un buen remate de cabeza, se convirtió en el socio ideal del Niño - que claro que no es Ronaldinho, pero que ha sido lo mejor del Atlético en lo que va de año, diga lo que diga Gil-. Y el Atlético cuajó sus mejores partidos precisamente con ese dúo de ataque. La escalada hasta los puestos de Champions se produjo con ellos. Fue el momento -un espejismo, vale- en el que pareció que el Atlético de Manzano iba a cuajar en un equipo sólido y firme. No fue así. Llegaron los partidos decisivos y el Atlético se derritió. Y Nikolaidis, el guerrero griego, se cayó de la alineación, también sin demasiados motivos.

El paso de este Demis Nikolaidis por el Atlético será fugaz, porque ya anuncia que deja el fútbol para ejercer como presidente del AEK. Pero hay que renococerle que ha cumplido siempre que ha estado en el campo. Ha sido un gladiador duro y comprometido con el equipo. Eso mismo no podrían decirlo otros que llegaron al Atlético este año con mucho más nombre y que no han sido capaces de cumplir lo que prometían. Demis sí puede irse con la cabeza alta.