Morientes y la Ley de Murphy

Morientes y la Ley de Murphy

Es evidente que el Madrid está sufriendo una aplicación implacable de la Ley de Murphy, esa que dice que si cae la tostada, caerá inevitablemente por el lado de la mantequilla. Ahora es otra vez Morientes, que con un gol y medio en Londres ha puesto al Mónaco en la final. Son nueve sus goles en esta Champions. ¡Quién nos lo iba a decir! Es la prueba una vez más de que la confianza y la motivación transforman a los futbolistas. Morientes se siente importante, es un buen jugador y está en un equipo cargado de moral y entusiasmo, en plena fase ascendente.

Pero eso no significa que el Madrid deba mortificarse. Ronaldo es mejor, obviamente. A su sombra, Morientes languidecía y hasta acabó adelantándole por el arcén Portillo, ese entusiasta del gol al que Queiroz se ha dedicado a destruir sistemáticamente. Morientes como suplente era infeliz y era una rémora. La decisión de cederle fue buena. Como titular del Mónaco se ha convertido en uno de los hombres de la temporada europea, con su juego elegante y sus valiosos goles. Él es feliz, su cotización ha subido y todos tan contentos. Nada que reprochar a nadie.

Además, que esté Morientes en la final significa que aunque falten el Depor o el Madrid, al menos habrá un poquito de nosotros en ella y eso nos da un espléndido motivo para tomar partido contra el tan eficaz como odioso Oporto de Mourinho. Y en la que sí estaremos como Dios manda es en la otra, en la de la UEFA. Con el Valencia o con el Villarreal, otra vez David contra Goliath. Un bello pleito de familia entre dos equipos de gran mérito que, pase lo que pase esta noche, tienen asegurada una nota muy alta en la temporada. Un partido para ver y para recordar.