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El cubano que se enamoró en el Hostal Galicia de Guadalajara

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En 1999 Joan Lino Martínez estaba en el bar del Hostal Galicia, en Guadalajara, y vio a una chica española de la que se enamoró en el acto. Él era entonces un prometedor atleta cubano que estaba concentrado en la ciudad alcarreña, junto a la élite caribeña. Pensó que iba a casarse con ella, y se casó. Y ahí empezó a ser español y terminó como atleta cubano. Temieron en la isla que se pasaría al bando español; que desertaría, en terminología habitual de sus dirigentes. Le habían prometido que iría a los Juegos de Sydney, pero no fue. Comenzaron a tratarle mal, Joan Lino se sintió marginado. Consiguió permiso para residir en España en noviembre de 2002 y se desvinculó poco a poco de la férrea disciplina cubana. No volvió a ser internacional. Solicitó la nacionalización española, pero los papeles se quedaron en algún cajón. No tenía dinero y vivía de la ayuda de sus suegos. Tuvo una niña. Viajaba desde Guadalajara a Madrid en tren de cercanías, para entrenarse con Juan Carlos Álvarez, ex técnico de Yago Lamela. Empezó a ganarse la vida dando clases de Educación Física en Guadalajara. Aparecieron los papeles y vino la nacionalización. Ayer fue bronce con España.