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Boxeo | Campeonato de Europa

Karim Quibir falló en su noche más grande

Simone Maludrottu ganó por puntos y retuvo el Europeo

Vicente Carreño
Actualizado a
<b>INTENSIDAD MÁXIMA. </b>Karim Quibir cruza una derecha a la cara de Simone Maludrottu. El español no se cansó de atacar, pero el italiano fue capaz de encajar y pegar duro.
helios de la rubia

Karim consiguió crear el ambiente de las grandes noches de boxeo. Actores, directores de cine, cantantes, periodistas, famosos, campeones viejos y nuevos Karim salió como un gladiador, montado en una especie de cuádriga romana, giró a velocidad del rayo alrededor de los graderíos que albergaban unos ocho mil aficionados. Vistalegre era un manicomio. Se dispararon bengalas en honor al héroe de casa, del campeón que reclamaba un puesto entre los grandes del boxeo español.

Quibir llegó al ring acelerado en medio de un griterío ensordecedor. Simone Maludrottu estaba serio, concentrado, ajeno a todo. Ya nos quedaremos solos tú y yo, debía de pensar. Karim, corazón de guerrero, casta de peleador, sólo tenía un plan: atacar y atacar, irse a la guerra, comerse crudo al tipo que le separaba de la gloria. Pero Maludrottu no había venido a Madrid a regalar nada, ni siquiera a retroceder. Sacó su oficio, su libro de boxeo y le quitó el sitio en el ring.

El italiano es un campeón con oficio, que sabe que una batalla de boxeo es muy larga y que pocas veces se gana sólo con el corazón. Karim no encontró nunca la distancia, siempre estuvo un paso por detrás de donde sus puños hacen daño. Y cuando acortaba el terreno, allí estaba la derecha de Maludrottu para obligarle a retroceder. Y si lograba meter sus puños, el italiano aguantaba como un coloso. Maludrottu es otro jabato como Karim, pero más frío y cerebral.

Los cinco primeros asaltos fueron espectaculares, pero al final de ellos Maludrottu llevaba una amplia ventaja en las cartulinas de los jueces. A Enrique Soria se lo contó José Luis Sousa, que vigilaba a los jueces, y se lo trasmitió a la esquina de Karim, una esquina lamentable, un montón de personas que nada pintaban allí dando consejos diferentes y equivocados.

Guerra total.

A Karim le lanzaron a la guerra total. Y el guerrero obedeció. Quiso llevarse por delante a Maludrottu. Su izquierda abajo erosionó al italiano, se dobló varias veces por el dolor y pareció a punto de irse a la lona. Quibir no tuvo la frialdad para rematarle, para pararse en medio de tanta locura, para buscar el golpe definitivo, nadie metió un mínimo de tranquilidad en su cabeza. Del séptimo al décimo asalto el italiano acusó el cansancio, o decidió darse un par de asaltos de descanso, no podía seguir el ritmo de aquel diablo que atacaba y atacaba desesperadamente. Maludrottu aguantaba la tormenta y esperaba su momento.

Cuando llegamos al penúltimo round la pelea estaba nivelada, pero descubrimos que Karim Quibir había quemado sus naves, no le quedaba nada. Lo había dado todo y allí seguía Maludrottu impertérrito y al ataque. El penúltimo asalto fue un calvario para Karim. El italiano supo que era entonces o nunca, se creció, metió sus mejores golpes.

Quibir era un náufrago. No cayó porque su corazón de gigante se negaba a rendirse delante de aquellas ocho mil personas que coreaban su nombre como si quisieran insuflarle las fuerzas que ya no le quedaban. Karim perdió el penúltimo asalto, y el último, y perdió la pelea. Los jueces puntuaron así: 115-114, 115-114 y 114-114. Nada que objetar. Maludrottu es un digno campeón de Europa y Karim Quibir, el guerrero de espíritu indomable, tendrá que esperar otra oportunidad. De las derrotas también se aprende. En los gimnasios se dice que cualquiera puede caer, pero los campeones son los que se levantan. Y Karim se levantará. Fue una gran noche de boxeo, como las de los viejos tiempos, y una tremenda pelea.

Tundra reclamará ante la EBU

Enrique Soria, promotor de Quibir con la empresa Tundra, dijo que pedirá la impugnación ante la Unión Europea de Boxeo (EBU) del combate: Uno de los jueces, varias veces sancionado por la EBU, puntuó 10-8 contra Karim y esta puntuación sólo se da cuando hay una caída de uno de los púgiles.