Esta Copa no se llama Davis, se llama Nadal

Tenis | Copa Davis

Esta Copa no se llama Davis, se llama Nadal

Esta Copa no se llama Davis, se llama Nadal

Hoy podría lograr en el doble (16:00, La 2) el punto decisivo

Cuando John F. Kennedy fue elegido presidente de Estados Unidos, en 1960, su amigo y escritor Gore Vidal le preguntó, más o menos: "¿Por qué piensas que tu padre, Joe, se ha empeñado tanto en que tú seas presidente?" JFK respondió a Vidal: "Por simple vanidad. Por esa vanidad y por algunas cosas más, yo fui el Elegido. Estaba como predestinado".

El Elegido de España en esta Copa Davis 2004 se llama Rafael Nadal. Y, como el joven Kennedy en 1960, Nadal parece predestinado. ¿Por vanidad? No: por la competitividad rabiosa y carismática de los ganadores. La que tenían los Kennedy, la que el mismo Manolo Santana recuerda en los ojos de Robert Francis Kennedy cuando RFK le entregó el trofeo de campeón en Forest Hills en 1965, cuando RFK, candidato demócrata asesinado en 1968, hermano de JFK, puso como los trapos a Francisco Franco y a los que le defendían. Pero el niño Nadal trae ruido de hombre desde hace tiempo.

Y ha sido precisamente el gran Santana, el mismo del señorial Forest Hills y de RFK, ya de vuelta de casi todo, quien avisó a los navegantes recién llegados al océano de la Davis: "Nadal os va a hacer disfrutar... cómo se puede criticar que salga ante Roddick si estamos en la final gracias a él". Ahora, SuperManuel ya tiene nueva profesión: la de adivino.

Mallorca.

Fish y Roddick, hijos predilectos de Minnesota y Nebraska, aunque residentes en Florida, se vieron engullidos por el tifón combinado de la pasión sevillana y del tenis de Moyá y Nadal. ¿Qué son los de Minnesota y Nebraska ante el poderío mallorquín? Ya se ha visto: Fish, pescado e imitador de Beckham, fue una pescadilla que se mordió la coleta en la fastuosa raqueta de Moyá, Charly I de España. Y Andy Roddick, A-Rod, como el bateador de beisbol Alex Rodriguez, el mejor bateador del tenis, el hombre blanco de los palos de trueno, sufrió una derrota de atrición que jamás olvidará: ante el Elegido. El mismo Nadal de Brno y de Alicante. El Nadal de Manacor, el Nadal de Sevilla, el pasional Hewitt español.

Ante un demonio ganador con tantos colmillos, Roddick no supo qué tenis jugar. Sólo hubo un tenista capaz de ganar por potencia en la tierra batida, pero ya no habrá otro Iván Lendl. Y el saque de A-Rod se diluyó en la arena húmeda de La Cartuja, en el fuego de la piel eléctrica de Nadal y en la emocionante grada sevillana. España está a un punto de la Ensaladera. Esta Davis se llama Nadal.