El recuerdo de su novia llevó a Bekele a otro oro

Atletismo | Mundiales de Cross

El recuerdo de su novia llevó a Bekele a otro oro

El recuerdo de su novia llevó a Bekele a otro oro

afp

Consiguió su octavo triunfo consecutivo en el Mundial de Cross

Kenenisa Bekele se levantó ayer a primera hora de la mañana y le confesó a su mánager, el holandés Jos Hermens, que se sentía triste, que no tenía fuerzas, que no había dormido bien... Pensaba en su novia muerta, a la que había ofrecido el primer oro, y sentía remordimientos porque en su país, la cristiana Etiopía, se guardan 40 días de luto riguroso por la muerte de una persona querida, y él había acortado ese luto para volver a entrenarse, para estar en los Mundiales, para ofrecer oro a la tumba de su gran amor. Algunos le habían criticado allí.

Le esperaban doce kilómetros de duro combate contra qataríes comprados a Kenia y con kenianos de pura cepa. Dientes afilados dispuestos a derribar al rey del cross. En la primera batalla habían fracasado, porque Bekele pulverizó a todos en la carrera corta del mundial de Saint Galmier, pero habría que comprobar cómo se había recuperado, si se encontraba listo para una nueva pelea. Para ganar su octavo título mundial de cross.

Bekele estaba triste y cansado, pero pensó en Alem Techale, la chica de 17 años con la que se iba a casar el 8 de mayo, que murió en sus brazos el pasado mes de enero, cuando se entrenaban juntos en las altiplanicies de Addis Abeba. Y se puso de nuevo en la línea de salida, poco después de las tres de la tarde.

Ataques. Y, como era de esperar, kenianos con pasaporte de este país y kenianos con camiseta de Qatar, lanzaron ataque tras ataque para limar las fuerzas y la moral de Kenenisa Bekele, el héroe herido. Una andanada tras otra resistió el hombre que ha confesado que su novia vive porque está en su corazón. Las descargas de artillería producían bajas a diestro y siniestro, pero Bekele resistía. Los corredores fueron cayendo del grupo principal como las hojas de un árbol en otoño. Hasta que quedaron dos.

Por parte keniana, Eliud Kipchoge, otro niño prodigio, verdugo de Bekele en los Mundiales de París 2003, en 5.000 metros. Un guerrero de la tribu nandi, cuna de grandes estrellas del atletismo, que se había mostrado desafiante en las vísperas del Mundial: "Francia será el Waterloo de Bekele". Algo de Waterloo hubo en la batalla, desde luego, pero el derrotado no fue Bekele. Se quedaron solos cuando faltaban unos cuatro kilómetros. Eliud intentó despegar a Kenenisa. Misión imposible. No le arrancó ni un metro. Entonces Bekele contraatacó. Fue un solo golpe, contundente y seco, que dejó muerto a su rival, de sólo 19 años.

Le tomó diez metros en un suspiro y a partir de ahí la carrera, extenuante, se convirtió en un homenaje. Dieciocho mil personas se entregaron al campeón y le rindieron pleitesía. Bekele bajó el ritmo, saludaba emocionado y sólo faltó que alguien tendiese una alfombra roja a sus pies. Atrás, Kipchoge sufría un viacrucis: le alcanzó el eritreo Tadesse, que se entrena gran parte del año en Madrid; luego le superó el qatarí Abdullah y más tarde se paró en secó a dos metros de la meta, incapaz de seguir. Le pasó también el eritreo Dinkesa. Sí, un Waterloo.

España fue séptima, pero primera de Europa, con Juan Carlos de la Ossa como el más destacado (24º). También sabe a poco, como el día anterior. En mujeres, la etíope Tirunesh Didaba, de 19 años, logró también el doblete al ganar ayer la prueba corta en una carrera donde las nueve primeras fueron africanas.

Bekele recogía su octava medalla individual de oro consecutiva en los Mundiales. "Ganar después de la muerte de Alem es muy especial para mí. He corrido con dos cosas en mi corazón: dolor y alegría". Hiel y miel para un héroe triste.

Dedicatoria a Alem, su novia

La novia de Bekele, Alem Techale, murió a los 17 años. Fue la primera etíope en lograr el Mundial juvenil de 1.500 m.