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Ciclismo | Tour 2005 - 1ª etapa

Armstrong mete algo más que tiempo: mete miedo

Dobló a Ullrich y acabó a dos segundos de Zabriskie, primer líder. El hexacampeón del Tour de Francia dio una demostración de poderío en un prólogo hecho a su medida. El mejor de los favoritos fue Vinokourov, que sólo cedió 51 segundos. Basso entregó 1:24. Todos los ciclistas españoles con opciones en la clasificación general perdieron más de dos minutos.

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Ciclismo

Digo yo que siempre será mejor que gane Armstrong el Tour antes de que lo haga un membrillo, aunque sea paisano, incluso vecino. Lo suelo decir, sin mucho éxito de público, después de cada exhibición de Armstrong. Y ayer lo volví a repetir, claro, un poco por animar a la concurrencia, bastante alicaída. Porque los campeones contumaces (y extranjeros, detalle importante), dignos en principio de todo elogio, corren el riesgo de convertirse en asesinos en serie.

Armstrong dobló ayer a Ullrich y aventajó en más de dos minutos a los escaladores. Sorprendente conquista por tratarse del prólogo pero menos sorprendente si pensamos que este prólogo no era una dedicatoria sino una novelita corta de 19 kilómetros, terreno perfecto para su primer ejercicio de intimidación. Porque recuerdo que Armstrong aprovecha siempre la primera oportunidad que se le presenta, contrarreloj o montaña, para meter tiempo y, sobre todo, para meter miedo.

Quien se haya asustado no ganará el Tour, ni lo habría ganado jamás. Armstrong no se derrumbará solo. Habrá que agitarlo, tenderle trampas y faltarle al respeto. Y para esta aventura, como viene ocurriendo desde hace seis años, se exigen ciclistas (y directores) que no tengan miedo a perder un podio.

En principio, el único favorito que salió ileso de la primera jornada fue Vinokourov, que sólo perdió 51 segundos y acabó tercero. Ullrich, como queda dicho, fue doblado cuando faltaban tres kilómetros para la meta. Hay quien afirma que el alemán acusó la caída del día anterior, cuando se empotró contra uno de los coches del equipo, pero yo lo considero un episodio más de su romántica historia de anti-héroe a la sombra del Capitán América. Digamos que en muchos sentidos Ullrich es la reencarnación del coyote que persigue al correcaminos y del gato Silvestre que acecha al canario insoportable, de ahí que sea suyo nuestro corazoncito marca ACME. Pese al minuto perdido, Ullrich es seguro que estará en la pelea. Ivan Basso, cuerpo de magnífico corredor y coraje por definir, entregó 1:24. Kloden, tercero hace un año, 1:58.

Respecto a los nuestros, Igor González Galdeano fue el mejor, a 1:06 del vencedor. Entre los que intentarán luchar por la general, las diferencias fueron muy parecidas: Beloki perdió 2:04, Heras 2:20, Valverde 2:24, Mancebo 2:31 y Mayo 3:15. Esto sería una Vuelta a España apasionante.

El ganador de la etapa y primer maillot amarillo fue el americano Zabriskie, vencedor en una crono del Giro y triunfador también en la etapa de Vuelta que finalizó en Caravaca, aquella en la que nuestro impagable compañero Chema Bermejo nos pidió encarecidamente que le quitáramos el retrato que suele acompañar la firma del enviado especial (Chema Bermejo, Caravaca). No lo logró.

Zabriskie confirmó el dominio estadounidense en la etapa, con cinco ciclistas de ese país entre los once mejores. Por cierto, entre los 20 primeros, cuatro compañeros de Armstrong, lo que sugiere la que nos puede caer en la crono por equipos.

Respecto a las contingencias menores, lo habitual: la azafata rubia bastante mejor que la morena y Bernard Hinault, el campeón más seductor que recuerdo, reducido a un ordenanza que le sube la cremallera del maillot a quienes no le podrían ni atar los cordones de los zapatos. Sheryl Crow, la novia rockera de Armstrong, le acompañó en el calentamiento. Mal teñida, pantalones rotos. Pero maravillosa.

Ullrich, pasado por un cohete

Jan Ullrich, cinco veces segundo en el Tour y uno de los favoritos para derrotar a Armstrong en esta edición, vio cómo su eterno enemigo le dobló cuando sólo faltaban tres kilómetros para la meta. El alemán pudo acusar la caída que sufrió en la víspera, cuando se estrelló contra un coche del equipo.