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Ciclismo | Tour 2005 - 13ª etapa

Corazón partío

El abandono de Valverde marca la llegada de los Pirineos.

Actualizado a
<b>SE ROMPIÓ LA MAGIA. </b>Su rodilla no resistió y Valverde se bajó de la bicic en el avituallamiento. Terminó aquí el primer capítulo de sus aventuras en el Tour. Continuará.
afp

Quizá sea nuestra idiosincrasia de país lo que nos hace diferentes y proclives a este tipo de desgracias que precipitan nuestro ánimo hasta el pozo más profundo cuando habíamos conseguido elevarlo hasta el infinito y más allá, con lo que difícil que resulta que nos ilusionemos todos con la misma cosa o persona y con lo estúpidos que nos sentimos cuando hemos decorado la casa para recibir a un invitado que no aparece, el país entero montado, otra vez, sobre una calabaza, bien podría ser la Ruperta el símbolo de nuestras decepciones nacionales.

En el bestiario de mis desilusiones adolescentes (cito las deportivas, por acotar) figura junto al sobaquillo de Arconada y los penaltis de México 86 una imagen del helicóptero en el Tour de 1983, panorámica de un descenso en el que no terminaba de aparecer la figura más esperada, la de Pedro Delgado, situado hasta momentos antes en disposición de luchar por la victoria final contra el pérfido Fignon. No apareció Perico, espero unos años. Mientras nosotros cruzábamos los dedos, él se rompía la clavícula, entonces quise imaginar que en mil pedazos, para dotar al asunto de mayor dramatismo y depresión.

Esa misma desolación fue la que experimentamos cuando Valverde se retiró ayer del Tour, quinto clasificado, maillot blanco, candidato principal a poner en apuros a Armstrong. Pero esta vez, si cabe, dolió más porque nuestro héroe no saltó el mil pedazos, sino que se bajó sin daño aparente, ni siquiera una tirita, abatido por un accidente casi doméstico, la rodilla contra el manillar y todo lo que puede salir mal puesto de acuerdo para salir peor.

A las 15:13, Valverde, que cerraba el pelotón casi desde la salida, se despidió de los compañeros que lo escoltaban y se quedó solo. Era como en esas películas de guerra en las que el herido les pide a quienes le sostienen que se larguen, que se salven ellos. Al alcanzar el avituallamiento, Valverde buscó el coche del equipo y Vicente Iza, el masajista eterno, le abrió la puerta. Dentro, hubo más lágrimas de rabia que de desconsuelo.

Sólo aceptaré en los próximos días que sea el propio Valverde quien me recuerde que tiene 25 años y todo el mundo por delante, que había que ser prudentes y que no tenía sentido seguir así. Al resto de los que argumenten así los mandaré educadamente a paseo, aviso.

¡Viva Mancebo!

Dicho esto: ¡Viva Mancebo! Si en el 83 nos quedaba Arroyo (que fue segundo), ahora nos queda él, aunque razones tendría para reprocharnos los amores locos que dedicamos al recién llegado y el poco caso que le hacemos siempre hasta que en las montañas no nos queda más figura que la suya. Paco, véngate de los que dudamos, háznos prisioneros a fuerza de ser valiente y véndenos como esclavos. Y comienza hoy en los Pirineos, que la carrera se decide en dos terroríficos días. Y Armstrong, a buen seguro, acusará el calor salvaje. Sigo pensando que este será el Tour que más le costará ganar. Sólo espero que el sol no afecte también a Vinokourov, ignoro si Kazajistán es país gélido o templado, pero en cualquier caso que se aplique factor de protección 235, como Ullrich.

Ayer hubo etapa, pero yo estaba de funeral, por lo que no me alargaré. Flecha organizó una fuga, pero como está harto de comprar él siempre los panchitos y las coca-colas se fue pronto a dormir. No hay en el mundo libre ciclista más combativo. Chavanel, la última esperanza francesa, y Horner, el americano del Saunier, resistieron hasta los últimos 200 metros. Allí los atrapó el pelotón, McEwen a la grupa. La mala noticia es que ayer se acabó el mundo. La buena noticia es que hoy empieza de nuevo.