Ha fallecido Charly Gaul, uno de los ciclistas con los que usted rivalizó en la década de los años 50. ¿Cómo le recuerda?

Como el enemigo deportivo más fuerte que tuve. Ahí están sus triunfos en dos Giros y en un Tour, el del 58, en el que participó con aquel equipo mixto. Era un fuera de serie y un corredor que te exigía emplearte al máximo.

¿Disfrutó de su amistad?

Sí, tuve esa suerte, sobre todo tras su segundo matrimonio. La ruptura con su primera mujer dio paso a una etapa en la que Charly lo pasó muy mal. Rompió relación con todo, con todos...

¿Con usted también?

Tuvo un par de años en que no hablaba con nadie, se recluyó en una granja, se dejó barba... Su mujer le había dejado sin dinero, sin muebles, y él se vino abajo.

¿Cuando fue la última vez que le vio?

Hace dos años en París en la gala con todos los vencedores del Tour, en la que Hugo Koblet y yo le tuvimos que ayudar a sentarse porque le podía la fatiga (sufría Parkinson). Y el año pasado en Lyon; pesaba ciento y pico kilos y casi no podía andar. Una pena.