Razones para ser optimistas

Yo digo | Jesús Mínguez

Razones para ser optimistas

Dejando de lado a Nadal y Federer (que es mucho dejar), abandone el Sudoku un rato y póngase a imaginar conmigo. Yo atisbo París con mucho color español. ¿Por qué? Porque llega un Robredo que jugó un tenis que daba envidia verlo en Hamburgo. Porque David Ferrer tiene que explotar de una vez en un grande y no sólo firmar espectaculares partidos para morir en la orilla. Porque Moyá y Ferrero merecen crédito ya que han levantado una vez la Copa de los Mosqueteros y son los jugadores del cuadro que más partidos han ganado en Roland Garros (26 cada uno). Porque Verdasco parece cada día más enchufado y algún día dejará de irse mentalmente. Y, sobre todo, porque hay que creer en la juventud arrolladora de Almagro, que se ha dado cuenta de que puede comerse el mundo.

Me ayuda a presentarme un buen panorama que Hewitt y Roddick anden renqueantes, que Coria no esté, que Gaudio no parezca tan fiero, que el cañón de Ljubicic se atasque con la tierra o que a Blake le de alergia el polvo. Imagino a muchos españoles en la pomada... Y a Nalbandián y a Davydenko.