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Tenis | Wimbledon

De la Tierra a la Luna

Nadal vence a Baghdatis y mañana le espera Federer en la final

Actualizado a
<b>EXPLOSIÓN DE ALEGRÍA. </b>Nadal cantó su felicidad ante el público de la Central rendido a su juego.
Reuters

A las 19:16 horas, en Londres, el sábado 7 de julio de 2006, Rafael Nadal Parera se hincaba de rodillas sobre la hierba, rala y sagrada, de la Pista Central del All England Lawn Tennis&Croquet Club: Wimbledon. Con un smash definitivo, Nadal remataba a Baghdatis y ponía el pie en la Luna: ante los ojos de Manuel Santana, que le animaban desde el Palco Real. Sobre la hierba del All England, Nadal ha subido de la Tierra a la Luna: cerca del cielo, el palco de la leyenda de Wimbledon que en España tenía reservado el mismo Santana. Han pasado 40 años desde que Santana ganó aquí en 1966. ¿40 años que acaban mañana...?

"Hay que valorar esto", diría después Nadal, pensativo. Hagámoslo: en 1966, cuando Santana llegó a la final de Wimbledon, que iba a ganar a Dennis Ralston, aún faltaban nueve años para que muriese Franco, dos décadas para el nacimiento del mismo Rafael Nadal y los B-52 de EE UU lanzaban el Agente Naranja sobre los arrozales de Vietnam, a las órdenes del presidente Johnson y Bob McNamara. En 1966, el Real Madrid ye-yé ganó la sexta Copa de Europa madridista y un gol fantasma de Geoff Hurst, validado por el línea Bakhramov, forzó la única Copa del Mundo, la Jules Rimet, que ha ganado Inglaterra. Y, por supuesto, aún faltaban tres años para que el hombre (concretamente, Neil Armstrong) llegara a la Luna, a bordo del Apolo XI.

El Madrid tuvo su absolución en 1998, tras 32 años sin la Copa de Europa. A la Luna llegó más gente. Murieron Franco y Johnson. Cayó el Telón de Acero. Muchos más ganaron Wimbledon, pero en esas finales ya no hubo otro español. "Spanish clay courters", decían. Traducción más o menos libre: los terrícolas españoles.

Pero ahora, en 2006, entre los terrícolas españoles ha crecido un extraterrestre. Y a Roger Federer, que abusó del pobre Bjorkman en la otra semifinal, le ha crecido una amenaza. La Amenaza, con mayúsculas. Federer y Nadal juegan mañana la primera final de Wimbledon desde 1952 (Drobny-Sedgman) que vuelve a enfrentar a los finalistas de Roland Garros.

Ante Baghdatis, Nadal salvó nueve bolas de break. Lleva ganados 15 sets seguidos en este Wimbledon. Lo hace luchando por su vida, con esa emoción carnal con la que Jack Dawson enamoró y rescató a Rose DeWitt en Titanic.

Jack es inmortal. Y Nadal lucha para serlo. Desde la Tierra, ya está en la Luna, con escala en la hierba del All England. Le guía su corazón: lo que le falta a Federer.