Menchov se postula

Ciclismo | Tour de Francia

Menchov se postula

Menchov se postula

AFP

El ruso ganó en Pla de Beret. Landis es el nuevo maillot amarillo

Los franceses son tranquilos, en su mayoría jubilados con caravana que se instalan en el arcén. Allí, alrededor del mediodía, despliegan sillas y mesas que debieron ver pasar a Anquetil y luego almuerzan algo con vino. Por la inercia del Mundial animan a les bleus, pero no son de nadie. Son del Tour. Por eso decoran gratis la carretera e inflan globos de colores. Si ven que subes retorciéndote en la bicicleta y amenazas con derrumbarte sobre su tartera puede que susurren "allez", pero no te dan queso ni nada. Los estadounidenses son variopintos: no comen y compiten por lucir la bandera más grande. Sin embargo, a la hora de preparar comidas, bebidas y mostrar banderas no los hay como los vascos; sin duda, la comunidad más animada y numerosa en la subida a Pla de Beret. Tanto, que si eres ciclista pardillo echas en falta ir vestido de naranja, para que te den sidra y te quieran mucho.

Esa era la situación en la última montaña unas cinco horas antes de que apareciera por allí la carrera. Una espera festiva que forma parte del espectáculo casi con tanta intensidad como el fulgurante paso de los corredores. Y una espera perfectamente informada, porque los bien preparados conectan televisores, los clásicos sintonizan emisoras de radio y los franceses leen L'Équipe.

Las primeras noticias hablaron de la escapada en el km 30 de un grupo en el que estaban Flecha, Camaño y De la Fuente. Poco después se recibió con un suspiro de general decepción el abandono del euskaltel Iban Mayo, cuya imagen victoriosa estaba estampada en la mayoría de las camisetas naranjas.

Todo transcurrió con relativa normalidad hasta que el T-Mobile tomó el control de la carrera y comenzó la escabechina: Popovych, Hincapié, el Discovery en pleno, Pereiro, Mercado, Karpets, los italianos, el líder... El gesto era claro: Klöden se nombraba candidato. Sin embargo, los alemanes se pasaron de vueltas y llegaron fundidos al Portillón.

Rabobank en acción.

Así, mientras por delante David de la Fuente se daba una heroica paliza, en busca, primero, del triunfo, y después, resignado, del maillot de lunares de la montaña, por detrás el Rabobank le daba un nuevo impulso a la carrera. Boogerd y Rasmussen empezaron a rematar a los heridos y devorar a los fugados.

Fue a mitad de Pla de Beret cuando Menchov tensó la cuerda. Sólo le respondieron Landis, Sastre, Evans y Leipheimer, por ese orden. Entre un tumulto naranja, nadie volvió a atacar hasta que el acelerón de Leipheimer por la victoria descolgó a Sastre y Evans. Menchov venció al sprint y se autoproclamó favorito. También Landis, que se vistió de amarillo.

Todo eso ocurrió. En la primera etapa de verdadera montaña nos cupo un Tour de Francia entero. Insisto, esta carrera, este año, es diferente. Y nos deparará nuevas sorpresas, seguramente en los temibles Alpes, más duros esta vez que los Pirineos. Porque ahora los buenos fallan y nadie es muy superior a nadie. Porque el nuevo líder no tiene equipo. Porque el ciclismo ha vuelto a ser como siempre.