El grillo seductor

Ciclismo | Vuelta a España 2ª etapa

El grillo seductor

El grillo seductor

jesús rubio

De momento, por el podio sólo pasan ciclistas ilustres: Sastre, Bettini, Hushovd... Mario deSarraga, escapado 140 km, fue el héroe sin premio de la jornada. Petacchi se quedó descolgado y no entró en el sprint final. Hoy, camino de Almendralejo, otra oportunidad para los velocistas.

Amo a Bettini, con cierta pasión. Admito que a simple vista el asunto es tan extravagante como enamorarse de un grillo. Bettini es paticorto, calvo y de facciones, en general, poco agraciadas. Y con sombrero cordobés el panorama es casi dramático.

En ocasiones pensamos (tememos) que todos los italianos son como Cannavaro o Cipollini, pero existe otro modelo, escaso, que, a cambio de la belleza ha desarrollado una astucia excepcional, sirvan como ejemplos a vuela pluma ilustres deportistas como Meneghin o Schilacci, también Chiapucci, o míticos actores como Begnini y Jaimito. Es decir, que en Italia ni los feos lo son totalmente.

El talento de Bettini es la irreductibilidad, su capacidad para luchar siempre y en todo momento, su entusiasta ambición, su espíritu. Si corre, se le ve. Si resiste, lo intenta. Jamás descansa. Igual irrumpe entre belgas gigantescos que se disputan clásicas como entre las cuádrigas de los velocistas que se reparten etapas, y lo que en algún lejano día pudo provocar desprecio, mira el chiquitín, hace bastante tiempo que despierta pánico: ¡el grillo!

Según explica el interesado el mote se lo pusieron cuando era un chaval para definir su forma de correr, a saltos. Seguro que algo tuvo que ver su estampa chaparra y coleóptera, pero cuando te cae un apodo así es saludable buscarle segundas acepciones.

Ayer volvió a aparecer, súbitamente. El sprint era largo y se desplegó en todo lo ancho de la carretera. Zabel se disparó, remontaba McEwen. También se distinguía por allí la colosal anatomía de Hushovd. Petacchi se había descolgado mucho antes. Nadie hubiera apostado por Bettini, nadie hubiera dicho su nombre siquiera entre diez posibles. Pero justo en el último instante alguien se coló por una axila de McEwen y nos mostró exultante su maillot de campeón de Italia. Era él, grillo, amor.

Pasó más en la primera etapa. Haciendo honor a las viejas tradiciones se escapó un ciclista del Relax, el único equipo humilde que sobrevive, el último vestigio de toreros, jornaleros y huesitos. El héroe fue esta vez Mario de Sarraga, un chico con apellido de embajador en Buenos Aires y una planta muy parecida a del valencianista Villa, también asturiano.

Estuvo escapado durante 140 kilómetros, desde la salida, con el único objetivo realista de puntuar en los altos y enfundarse el maillot de la montaña, que este año es naranja. Hay algo hermoso en esas batallas imposibles y es inevitable no hacerse incondicional del valiente que lo intenta. Desde el coche le jaleaba Germán Nieto, que fue especialista en batirse con espada de madera contra los mosqueteros de Richelieu.

Rotación.

Como era de esperar, también hubo cambio de líder. El gran Hushovd, que ya lo fue en el Tour, se viste de oro gracias a las bonificaciones que le otorga su segundo puesto (12 segundos). En dos días no podían haber pasado más ilustres por el podio. Por cierto, Sastre pinchó a falta de dos kilómetros, pero la reglamentación evitó el sofoco, ya que no se pican tiempos en los tres últimos kilómetros. Hubo de todo. Y hoy, más.