En el nombre del maillot

Ciclismo | Tour de Francia 2006

En el nombre del maillot

Mientras que los organizadores del Tour de Francia se disponen a revelar, mañana (hoy) en París, el recorrido de 2007, el palmarés de la edición de 2006 parece siempre una absurda charada del siguiente género: mi primero es mi segundo, mi segundo es mi primero, y entre todos éstos deberá estar el último vencedor.

En resumen, después de la revelación del control positivo de Floyd Landis tras su llegada triunfal a los Campos Elíseos, y esperando la resolución de un proceso que podría -o debería- terminar con su descalificación, la más célebre carrera ciclista del mundo no conoce en qué espaldas verá su legendario maillot amarillo.

En la práctica, el problema debería encontrar una solución casi automática una vez que la suerte del americano sea sellada: si el recurso de Floyd Landis ante la comisión americana de arbitraje es rechazado, el reglamento de la Unión Ciclista Internacional prevé que en caso de descalificación del primero, su segundo será designado como el ganador de la prueba concerniente. Es decir, el español Óscar Pereiro. Este punto del reglamento, en este caso concreto, viene a responder a la evidencia del deporte, que quiere que toda competición tenga un vencedor final. Esta lógica no impide, sin embargo, en el caso de una carrera en la que, al margen de las normas, la prenda es el símbolo de la gloria, que nos preguntemos si de ahí podría desprenderse una excepción.

¿Se puede heredar un maillot amarillo sin tenerlo, sin que sea en razón del desarrollo de una prueba y de sus estrategias, realmente conquistado, como lo habría hecho un vencedor incontestable? ¿Se puede considerar que este maillot, víctima ya de un enojoso desgarrón, se encontraría devaluado, sobre todo si sobreviene de otros rebotes originados por el desenlace de la clasificación? ¿Se puede poner en la balanza la gloria sin maillot amarillo para unos, y un maillot amarillo sin gloria para otros?

La tentación es grande, entonces, de defender la idea de una primera línea del palmarés dejada en blanco. Para la memoria y como ejemplo. Para que vencedor no rime con tramposo (en francés, 'vainqueur' rima con 'trincheur').

Al contrario de la prueba fundacional de la Copa del América de vela y de su famoso "Majestad, no hay segundo", debería pasar a ser "no hay primero"

Al menos que la solución pudiera residir en un compromiso que, a la altura de este evento, velara tanto por el reglamento como por el carácter sagrado de la prenda: por ejemplo, elevar al segundo al rango de vencedor, puesto que debe ser así, pero sin que él se pueda engalanar, incluso simbólicamente o retroactivamente, con el privilegio de haber sido el último maillot amarillo.

Editorial publicado en su edición de ayer por el diario deportivo francés L'Equipe.