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Ciclismo | Tour de Francia

Vinokourov herido

El principal favorito para ganar el Tour tiene una rodilla maltrecha. Su compañero Klöden también se cayó durante la etapa y se golpeó el coxis. No es seguro que pueda continuar. La jornada se resolvió al sprint y Freire rozó la victoria. Pozzato se impuso por media rueda.

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<b>ESPLÉNDIDO. </b>Cancellara alza los brazos exultante después de imponerse al grupo de sprinters, que no resistió el pulso con el líder en los últimos 700 metros.
reuters

Todos lo saben: la primera semana es una trampa. Demasiados ciclistas, muchos nervios. Recuerdo que hace 20 años, en plena desesperación (cayó Hinault), se echaba la culpa a los colombianos, poco acostumbrados a las llanuras y los pelotones. Pero apenas quedan ya colombianos, sólo tres en esta edición (Parra, Cárdenas y Soler). No era eso. Se trata de algo invisible. Matemáticas. Es el resultado de prolongar el peligro en el tiempo, la simple consecuencia de reunir durante cinco días y durante cinco horas al día a 185 ciclistas en un ascensor. Y agitarlo. Imposible no caerse.

Ocurre cada jornada, pero la conmoción llega cuando se derrumba un favorito. Entonces nos asaltan pensamientos inconexos y meditamos sobre las carreteras de tarima flotante,el airbag delantero y las rodilleras de los porteros de hockey.

La protección imposible. Vinokourov, principal favorito para ganar el Tour, se estrelló contra el suelo a 25 kilómetros de la meta. Como sucede en este tipo de etapas, no se trató de una caída de la que se pueda presumir; no fue un vuelo sobre un barranco ni el derrape asesino al trazar una curva imposible. No. Vinokourov, como antes Klöden, cayó como un tomate y se chafó igual. Así de absurdo y así de doloroso. El esfuerzo del kazajo por reducir los daños deportivos fue formidable y, después de apoyarse en seis compañeros, los dejó atrás para batirse en solitario contra el infortunio. Finalmente, cedió 1:20 con los aspirantes.

La desventaja no es alarmante, lo más preocupante para todos es el estado de su rodilla derecha. Y digo para todos. Tal vez el abandono de Vinokourov favorezca a los intereses de los nuestros, pero perjudicaría la competición y el espectáculo. Además, si un español osa ganar este Tour debe hacerlo sin utilizar un solo atajo, sin un gramo de suerte. Porque nos esperan, y no diré que injustamente.

No obstante, Vinokourov es un tipo duro. Si se restablece, no sería raro que el incidente le sirviera de motivación. Le avalan los antecedentes: en la pasada Vuelta a España perdió dos minutos en la quinta etapa y terminó ganando la carrera.

Tocado. Peor lo tiene Klöden. El alemán cayó sobre sus posaderas y el tren de aterrizaje no hubiera sido malo si no fuera porque los ciclistas, a diferencia de los banqueros, carecen de carnosidades que amortigüen los topetazos. Klöden, además, ya sufrió una fractura de coxis (o rabadilla) y se teme la reincidencia. Otro favorito en vilo y el Astaná patas arriba.

Los ataques por la retaguardia son traicioneros. Lo sabe perfectamente Óscar Freire, que cada día debe luchar frente cuadrigas de Ben-Hur y contra un forúnculo canalla. Eso sí, de compañeros, ni rastro. Pese a todo, Freire rozó ayer la victoria y sólo cedió media rueda con el apolo Pozzato. Su trepidante sprint volvió a levantarnos dos palmos de la silla.

Y es que a su talento para buscarse la vida suma la aparente fragilidad de un chico entre pistoleros barbudos. Por eso resulta tan delicioso cuando dispara él primero.