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Eduardo Castelló

"Simpson me dijo: 'Agua, que voy mal"

Actualizado a
<b>RECUERDO. </b>Eduardo Castelló aún conserva una fotografía de la época en la que se le ve ascendiendo el Mont Ventoux junto a Simpson ese 13 de julio de 1967.

El 13 de julio de 1967, usted fue el último ciclista que habló con Tom Simpson antes del fatal desenlace del Mont Ventoux, ¿cómo vivió esos momentos?

Efectivamente, yo fui el último al que se dirigió Simpson en esa etapa. Estábamos ascendiendo las rampas más duras del Ventoux y él ya llevaba muy mala cara, andaba pálido y entonces me pidió mi botellín para beber agua. Luego le vi que echaba pie a tierra, pero aún tuvo fuerzas para volver a subirse a la bicicleta y seguir adelante unos cuantos metros más, porque estaba luchando por una plaza en el podio de ese Tour. Posteriormente se desplomó, le intentaron reanimar, vino el médico de la carrera y el helicóptero para trasladarle, pero ya era demasiado tarde. Julio Jiménez coronó primero el Mont Ventoux, pero en Carpentras venció el holandés Jan Janssen.

¿Fue capaz de terminar bien la etapa después de todo lo sucedido?

Sí, hice noveno en la meta, aunque me tiró el alemán Puschel cuando se cayó en la subida y al día siguiente tuve que retirarme.

¿Y qué fue lo que le dijo Simpson?

Sólo fue capaz de chapurrearme "Castelo, agua, que voy mal".

(Eduardo Castelló era más conocido por Castelo, sin tilde, entre sus colegas del pelotón).

¿Le vio tan mal como para imaginar que Simpson moriría en esa ascensión?

En aquella etapa estaba horrible, se le veía con la cabeza caída, con la cara blanca por el calor y el esfuerzo y, además, en las jornadas anteriores había pasado una gastroenteritis tremenda que le dejó muy flojito de fuerzas. Y a todo esto hay que sumarle el excesivo calor y la dureza de un puerto como el Mont Ventoux, que te desgasta por completo.

Y también los dos frascos de estimulantes que se encontraron en los bolsillos de su maillot.

Siempre se quieren achacar las desgracias del ciclismo al dopaje, aunque yo no creo que fuera por culpa de las pastillas. Me acuerdo que aquel día José Manuel Lara salió con una manguera llena de agua que le rodeaba el cuello para poder refrescarse, ya que fue una etapa terrible. Y aún yendo empapado, sufrió una barbaridad, como el resto. Perfectamente podríamos haber muerto la mitad de los ciclistas en esa subida al Ventoux. Es una cima donde casi no se puede respirar y hay tramos en los que te asfixias. Lo de Simpson fue una fatalidad, pero nos podría haber tocado a cualquier otro.

Aunque sí es cierto que en esa época era muy frecuente el uso de ciertas sustancias.

Algunos con un par de cafés y otro par de optalidones íbamos que chutábamos. Las anfetaminas son mejores para el baile que para montar en bicicleta. Fíjese que por tomarme un bisolvón a mí me cogieron y di positivo. Esos productos no afectaban en nada a nuestro rendimiento. El que andaba, andaba, y el que no, se quedaba. Mire, recuerdo una anécdota de Anquetil. Le decían que ganaba siempre por las pastillas, y él contestaba que si fuera por las pastillas todos podían salir campeones, porque el resto las tomaban exactamente igual. Así que no, no creo que influyeran.

(El Optalidón es un comprimido analgésico de cafeína, que disminuye el dolor y la fiebre. Mientras, el Bisolvón es un activo de bromhexina que facilita la respiración. Ambos productos distan años luz de los complejos procesos de dopaje utilizados por los ciclistas en la actualidad).