Agustín Pichot, jugador, gurú y alma de los Pumas, advirtió al finalizar la primera fase: "Esto recién comenzó". Ahora apunta socarrón: "El cuentito continúa".

Fue un encuentro añejo. De medias bajas y camisetas amplias. Puro pick and go: balón, fe, riñones y pateo. Rugby en sepia. Escocia, docta en la escaramuza, apostaba por el contacto. La petrea Argentina apretaba dientes y corazón. Set-piece escocés, coraje puma. El ablande fue tenso con patadas llovidas del cielo y juego explícito en 22: sin remilgos. Los Pumas acostaban sus patadas en el campo esquivando la touch. Los del cardo acudían al costado a armar sus mauls. Dos cortas, una larga. Parks y Contepomi intercambiaron golpes, pero fue Longo, jugador nacido en el SIC, el club del Ché rugbero, Furibundo Serna, quien señaló el camino tras taponar una patada y rebañar el balón en el ingoal.

Escocia, lastrada por su error, trabajó abajo para arañar patadas y enjugar la renta. Pero cada golpe de Paterson (100%) era contestado por Contepomi. Loffreda, técnico argentino, tenía el partido donde quería: Escocia a dos cuerpos y obligada a arriesgar.

Argentina resulta implacable. Su delantera es granítica y su línea se filtra por las fisuras rivales. Cobran más caro que nadie los ensayos. Sólo han recibido tres en cinco partidos y si anotan, ganan. Es un rugby caínita y corrosivo, pero también exuberante como Hernández y exquisito como Pichot. El Mago te desangra con sus diagonales, te clava sus drops. Napoleón te asfixia con la delantera. Empujan como británicos pero inventan como latinos. Y así, desangrada y asfixiada, estaba Escocia cuando los Pumas acudieron erróneamente a campo abierto. Eso despertó al ogro escocés, que posó un ensayo (Cusiter). Hadden alentó a los suyos porque la frontera estaba a un ensayo (19-13), a siete puntos. La sufridora Argentina ha cambiado el "¡Aguanten Pumas!" por el "¡Hasta la victoria siempre!" del Ché. Se viene Argentina, continúa el cuentito...