El mundo le ha visto con ajustados trajes de licra que se apretaban a su cuerpo y ensalzaban sus músculos y sus caderas y ahora Marion Jones no quiere fotografías de su larga y esbelta figura en un traje gris tristón o naranja chillón de una cárcel del estado de Nueva York.

La semana próxima será sentenciada en un tribunal de White Plains, a las afueras de Nueva York, por un juez federal por mentir a los agentes del FBI que investigaban sus conexiones con la red de venta de esteroides y anabolizantes del laboratorio Balco, y Jones ha pedido clemencia.

"Ya me han castigado lo suficiente y aquellos que tanto me adoraban ahora me rechazan", dice la corredora en una carta que han entregado sus abogados al magistrado pidiendo que no sea enviada a prisión por seis meses y le sea decretada la libertad condicional. Por su parte, el juez, Kenneth Karas, ha dicho públicamente que se reserva el derecho incluso de aumentar el castigo de seis a los nueve meses, y se preguntá por qué debe tener clemencia con Marion Jones.