Un fantasma que jugaba en internet

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Un fantasma que jugaba en internet

Nigel Short contó en 2001 que estaba seguro al "99%" de haber disputado partidas con Bobby Fischer en la web del International Chess Club.

Bobby Fischer se retiró del mundo en 1993, tras la segunda partida frente a Spassky, pero nunca se olvidó del ajedrez. Era su obsesión. "Este juego es la guerra en un tablero. El objetivo es destrozar las mentes de tus rivales", había sentenciado en alguna ocasión. "Adoro el momento en el que rompo el ego de un hombre", añadía. Por lo tanto, no podía privarse de mover las fichas sobre un tablero.

En 2001, el inglés Nigel Short, subcampeón mundial en 1993, contó al Daily Telegraph una historia que contribuyó a alimentar más el aura mítica de Fischer. El británico dijo estar seguro "al 99%" de haberse enfrentado al de Chicago en partidas rápidas jugadas a través de la red del International Chess Club. Exactamente, reveló que perdió en 50 encuentros blitz (en los que cada jugador debe realizar todos sus movimientos en un tiempo inferior a 15 minutos cada uno).

Short, sorprendido por los "inconcebibles recursos y velocidad" de su oponente le puso un cebo. Tecleó el nombre de un ajedrecista mexicano poco conocido, "Armando Acevedo" y su oponente respondió: "Siegen 1970". La ciudad y el año en los que Fischer había derrotado al mexicano.

Desde entonces, un fantasma parecía recorrer la web y algunos dicen que lo habrían tratado bajo diferentes nicknames. Su nota distintiva es que comenzaba con, aparentemente, una apertura absurda (como el Fischer de carne y hueso) para acabar barriendo.

El jugador superdotado propuso también un sistema (random) en el que se sorteaba la situación de las piezas al comienzo de los choques, lo que cambiaría el concepto actual del juego.

Nunca aparecía en torneos, pero se mantenía al tanto. Residiendo ya en Reikiavik, un canal de televisión transmitió una partida entre dos jugadores islandeses. Al finalizar, Fischer telefoneó al estudio y propuso un remate diferente, más audaz. Una excepción en un hombre escurridizo.