Hace un mes, cuando despedíamos en Madrid a Fernando Echávarri y Antón Paz, éstos nos aseguraron que en los Juegos Olímpicos alcanzarían la Medal Race y lucharían por las medallas. Ahí están, en aguas de la discutida Qingdao, salpicada por las algas, el temporal y los barcos piratas. Nuestra pareja de Tornado, clase que desaparecerá del programa olímpico tras estos Juegos, afrontan la decisiva y última jornada en primera posición. Es un lugar que no han abandonado desde que la competición arrancó. Que no lo hagan ahora.

Del martes al miércoles aumentamos un poco más la sonrisa. De compartir liderato con los australianos Bundock y Ashby a adquirir una renta de tres puntos sobre ellos. Los argentinos Lange y Espínola apuran para darnos alcance, ocupando provisionalmente la tercera posición. Están a ocho puntos, lo que convierte la Medal Race en un pañuelo, algo en lo que se desenvuelven bien nuestros bicampeones del mundo. Echávarri y Paz solventaron de la mejor forma la maratoniana jornada de ayer, en la que el Comité de Regatas obligó a disputar tres mangas para completar programa. Un séptimo, un primero y un octavo puesto adornaban su estadística. "Ha sido realmente complicado regatear en el día de hoy. Es una locura. A lo mejor vas cuarto y te dices a ti mismo, vamos a defender esta posición. Y de repente te pasa el octavo, ¡ni siquiera el quinto! El campo es muy difícil, el estrés es continuo y la concentración es máxima", reconocía Echávarri. Hoy deberán tener ocho ojos en lugar de cuatro.