Punto final a 18 años de carrera en la Selección absoluta, de Cádiz-90 a Pekín-08. ¿No hay posibilidad de reconsiderar la decisión?

La decisión ya estaba tomada. No hay nada que repensar. Además, con esta medalla es la mejor manera de decir adiós al equipo nacional. Es una despedida por la puerta grande.

Entre Hombrados y Urdangarín (en el palco) han conseguido que se despida en la pista.

Son dos buenos amigos míos. El partido ya estaba decidido y he entrado yo para despedirme en la cancha y llevarme el balón de recuerdo.

¿Usted no insinuaba nada, no enviaba mensajes para que le dejasen jugar en esa recta final de partido?

Es que yo he vivido el partido como si fuese uno más, otro que teníamos que ganar porque teníamos la opción de ganar una medalla de bronce olímpica. No me he planteado que era el último; simplemente, que teníamos que ganar a los croatas.

¿Más fácil de lo esperado?

Creo que hemos hecho un buen partido colectivo, en defensa y en ataque. Estoy satisfecho por mí y por mis compañeros, y creo que es el mensaje que en los últimos años ha enviado esta Selección, la de no sentirse inferior a nadie, la de plantarle cara a cualquiera en igualdad de condiciones. España, en lo que sí ha cambiado radicalmente en esta etapa mía en la Selección, es en la condición física de los jugadores, que ahora es muy superior; también en los análisis de los rivales y la preparación meticulosa de los partidos.

¿Y ahora?

Por lo menos un año más en mi club de siempre, el Barcelona, y con más dedicación a mi familia. La Selección absorbe mucho tiempo.