Récord, fiesta y lluvia en el Descenso del Sella

Piragüismo | Descenso del Sella, la fiesta asturiana

Récord, fiesta y lluvia en el Descenso del Sella

Récord, fiesta y lluvia en el Descenso del Sella

reportaje gráfico eloy alonso

Martínez y Castañón bajaron más rápido que nunca

Sella de récord y descenso para la historia. La lluvia le dio los buenos días a Arriondas y a Ribadesella mientras la gran mayoría de los cientos de miles de selleros dormían la fiesta de la noche anterior, ajenos al ritual que comenzaban los palistas. Era casi mediodía. Las embarcaciones de los 971 participantes llegados desde 21 países siguieron el escrupuloso orden que había decretado el sorteo. Ataviado tal y como manda la tradición, el árbitro internacional Manuel Enrique Mejuto González, disfrutó leyendo el pregón de la fiesta por excelencia del verano de su querida Asturias. Ya podía comenzar la competición. Las orillas del río, repletas con 300.000 espectadores, con mejor o peor cara por la resaca, aplaudieron una salida más que espectacular.

El caudal del río, con las abundantes lluvias caídas en los últimos días en el Principado, hacía presagiar que la mañana prometía, pero ni el más optimista llegó a imaginar que la 73 edición del Descenso Internacional del Sella sería tan histórica. A más de cien paladas por minuto el ritmo del K-2 de cabeza de carrera se antojaba imparable. Muchos de los que aplaudían a los palistas desde la ribera del río quizá pensaban que el estado de embriaguez aún hacía de las suyas. Pero no. Julio Martínez y Miguel Fernández Castañón no parecían dos humanos, sino dos máquinas fabricadas para hacer historia. Y así fue.

Una hora, un minuto y 14 segundos después de haber salido corriendo, piragua en mano, del puente de Arriondas, cruzaban la línea de meta de otro puente, el de Ribadesella, que les aguardaba a reventar de fieles preparados para aplaudir una gesta impensable.

Undécimo título.

Con nuevo compañero, el avilesino Castañón, Martínez, el Rey del Sella, conquistaba su undécima corona. Pero también su segundo récord consecutivo rebajando en cinco minutos y un segundo la marca que él mismo había escrito en las líneas de la historia del Descenso en la anterior edición. Así, Ribadesella estallaba y encontraba un motivo más para celebrar. Aunque no hagan falta, ayer sí los hubo. La lluvia no impidió que volviera a correr la sidra. El río era ya de los selleros. La competición le cedió amablemente su sitio a la fiesta.