"En España Rafa Nadal es como Obama en EE UU"

Han pasado 35 años, desde aquellos días de Montreal, en 1976, cuando, con sólo 14 añitos, hechizó al mundo. Había logrado varios 'dieces' en otras competiciones cuando llegó a Montreal, pero allí registró el primer 'diez' de la historia olímpica y primero de los siete que consiguió en esos Juegos. Su ciudad natal, Onesti (Rumanía), acaba de dedicarle el 'Nadia Comaneci Arena'. Y ahora, Nadia, ciudadana estadounidense en Oklahoma City, ¿qué recuerda de Montreal, 35 años después?

Ufff, el tiempo pasa muy rápido. Ni siquiera sé cómo ha sido. Lo sigo viendo todo como si hubiera sido ayer. Escuché un murmullo en el 'arena' (Montreal Forum) no había visto el marcador, me giré, vi que ponía '1,0' y no lo entendí. Uno de mis compañeros me dijo: "Es un diez". Entonces sabía que era la máxima puntuación posible, pero no tenía noticias de que hubiera sido el primer 'diez' en la historia. Con el paso de los días me fui dando cuenta de que había hecho algo grande y aún me dura el asombro.

¿Es el mejor recuerdo de su vida?

Deportivamente, debería decir que sí, pero tras ese primer 'diez' vinieron otros seis más, junto con tres medallas de oro. Todo junto fue lo verdaderamente importante. Quizá los jueces fueron demasiado buenos, pero ya vivíamos una atmósfera como electrificada: era algo muy especial. No sentía la menor presión. En lo personal, el mejor recuerdo es el día que tuve entre mis brazos a mi hijo, Dylan Paul, que ya, con cinco años, sabe hacer ejercicios de gimnasia.

Cuando surgió la polémica sobre la presunta temprana edad de las gimnastas chinas, en los Juegos de Pekín, usted mostró sospechas

China acreditó las documentaciones y, si no hubo fisuras, a eso debemos atenernos. Por experiencia, pienso que los 15 años son la edad ideal para que las chicas compitan al máximo nivel en gimnasia.

Su madre, Stefania, le puso el nombre de Nadia ('Esperanza') por una actriz rusa. Pero usted y Bart Conner han llamado a su hijo 'Dylan', en homenaje a Bob Dylan. Han cambiado muchas cosas desde que usted creció en Onesti, en los años 60 y 70 del Siglo XX. ¿Qué le hizo dejar su país?

Me sigo sintiendo rumana. Viajo constantemente a mi país y a mi ciudad, Onesti. Sigo intensamente lo que pasa allí y me inquieto por el futuro, que espero sea cada vez mejor, aunque hay que seguir trabajando. Pero, del mismo modo que mi madre buscaba explotar mi energía cuando me puso a hacer gimnasia, yo siempre he querido dar pasos adelante en busca de algo mejor para mí y mi familia. Lo encontré con Bart en EE UU. Y sé que hice bien.

Viven en Oklahoma City, ¿saben que su equipo de la NBA, los Thunder, ya tiene un jugador, Serge Ibaka, en la Selección española de baloncesto?

¿En serio? No tenía ni idea de que podía ser así. Sabía que era africano, pero no sabía que podía ser español. ¿Es por deseo de él? Entonces, está bien. Me alegra. Ojalá hagan unos buenos Juegos Olímpicos. En casa somos fans de los Thunder, con Dylan al frente.

En España, en Madrid, saludó a Rafa Nadal

Sí, en el Open de Madrid saludé a Rafa y vi que su popularidad en España era como la del presidente Obama en EE UU. Los partidos entre Nadal y Federer han sido de los mejores espectáculos que el deporte ha podido ofrecer. Me gusta el crecimiento del deporte español, con Rafa, su equipo de fútbol campeón del mundo y todos sus otros deportistas.