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ATLETISMO

Ben Johnson volvió a Seúl 25 años después de su positivo

El 24 de septiembre de 1988, en la final de 100 metros en Seúl, Ben Johnson, logró un tiempo de 9.79. Un día después, Johnson fue descalificado por dopaje.

Actualizado a
La final de los 100 metros de los Juegos de Seúl con Ben Johnson, Carl Lewis y Linford Christie.
Diario AS

En el ardiente mayo de 1987, en la herrumbrosa y ya desaparecida pista sevillana de Chapina, Big Ben Johnson hacía press de banca o pectorales ("fácilmente", recuerda) con 150 kilogramos, casi el doble de su peso corporal: 79 kilos, para 1,78 de altura. En Chapina, el 20 de mayo de 1987, Johnson, un bólido humano, iba a batir en 100 metros por la calle cinco y por una centésima al brillante Carl Lewis, el Hijo del Viento: 10.06-10.07.

Por aquella derrota de Sevilla, la gran estrella Lewis, que reclamó la foto finish a los jueces, cobró 25.000 dólares. Tres meses después, en el Mundial de Roma, Johnson volvió a imponer su asombrosa salida en plongeon ("ni Tyson, ni Muhammad Ali... ni Maradona han tenido la fuerza que yo tengo en el tronco", dijo Ben a AS en 2006), destrozó a Lewis y arrasó en la final del hectómetro, con nuevo récord planetario: 9.83, por 9.93 de Lewis, al que de nada sirvió igualar el anterior récord mundial.  Humillado, Lewis ya no se calló: "Algunos tipos se dopan, todo el mundo lo sabe..."

Trials. Los Juegos Olímpicos de Seúl venían un año después  de Chapina y Roma. Una empresa estadounidense, Heritage Sports,  adquirió y negoció los derechos de los dos archirrivales, que se repartieron equitativamente 500.000 dólares en la carrera de 100 de la Weltklasse de 1988, en Zúrich: ganó Lewis con 9.93. Calvin Smith fue segundo en 9.97... y Johnson fue tercero: 10.00.  El 16 de julio de  aquel 1988, Lewis había marcado 9.78 en los trials estadounidenses de Indianapolis: con 5,2 metros de viento a favor. Allí, ese mismo día, la ya fallecida Florence Griffith voló en su alucinante (y sospechoso) récord de 10.49 en 100.

Tras Zúrich, ya en agosto, Johnson se fue a la isla caribeña de St. Kitts, a tratarse de una contractura: con su médico, Jamie Astaphan, su fisioterapeuta Jack Scott, su célebre entrenador, Charlie Francis... y buenas dosis de Winstrol, el esteroide anabolizante con estanozolol que Scott le inyectaba: se echaban encima los Juegos de Seúl. Johnson, nacido en Falmouth, en la parish jamaicana de Trelawny (la misma pedanía donde nació Usain Bolt), hijo de emigrantes jamaicanos a Canadá, ya se había comprado un Ferrari. "No escogí el camino de ir limpio", reflexionó ayer mismo.

Final. Y el 24 de septiembre de 1988, en la final olímpica de 100, un rayo vengativo a velocidad salvaje, azotó la pista de Seúl. Tras brutal salida, Ben Johnson pasó los 50 metros en 5.52 a 48 km/h (Lewis, 5.65): y cruzó la meta en unos siderales 9.79, tras frenar y alzar el dedo ante un mundo atónito. No le dio la mano a Lewis. Y proclamó: "Me gustaría decir que mi nombre es Benjamin Sinclair Johnson y que este récord del mundo va a durar hasta el Siglo XXI... a menos que yo mismo lo supere". Francis analizó la carrera junto a Johnson y calculó que, de no frenar, habría valido 9.72. Pero un día después, el laboratorio de Seúl detectó 80 nanogramos del prohibido estanozolol en la orina de Big Ben, que abandonó Seúl descalificado. "Veinticinco años después, sigo siendo castigado", insistió ayer Ben sobre esa pista de Seúl, ya tan deteriorada. En efecto: han pasado 25 años.

Bolt y Blake se salvan, pero Powell y Gay han caído en 2013

La prueba de los purasangres de la velocidad siempre ha estado señalada por el dopaje. Este mismo año ha habido convulsión. En julio, antes de los Mundiales de Moscú, se conocieron los positivos del jamaicano Asafa Powell (mejor marca de 9.72 en 2008) y Tyson Gay (9.69 en el 2009). Entre las seis mejores marcas de la historia, cuatro pertenecen a atletas que tomaron sustancias prohibidas. Sólo Usain Bolt, actual plusmarquista con 9.58, y Yohan Blake (9.69) se han visto libres de la mancha. Justin Gatlin, Tim Montgomery, Steve Mullings, Olusofi Fasuba, Mike Rodgers o Dwain Chambers cayeron. Como la reina Marion Jones.