Javier Fernández conquista el oro continental por segunda vez

El tema de jazz que Henry Mancini compuso para Peter Gunn, una serie americana de un agente estilo James Bond, aupó a Javier Fernández a lo más alto de un podio europeo por segundo año consecutivo. Fue en el Syma Hall de Budapest, rodeado de su incipiente club de fans, donde el madrileño realizó un “buen programa largo, pero no maravilloso”, que le bastó para conquistar el oro. Superjavi, como le llaman los aficionados a los que ha prometido invitar “de fiesta”, iba sobrado.

Si el cetro logrado en 2013 en Zagreb significó el nacimiento de una estrella, este ha sido el de la consagración. Ya en el programa corto, el madrileño, de 22 años, se exhibió. Hizo marca personal y mejor resultado en la historia de los Europeos con 91.56, superando los 91.20 (en 2010) del ruso Plushenko, triple medallista olímpico y leyenda de este deporte.

Aunque ese resultado le daba margen para el largo... apareció Serguei Voronov. Con un tango de Gardel, el ruso se iba hasta 167.04 y obligaba a Javi a llegar al menos a 161, una marca que no había hecho esta temporada. No hubo problema. El propio Javi ha confesado que su planificación ha sido diferente para “acudir al máximo físicamente a Sochi”. Y, pese a un par de fallos, ejecutó su ya clásico triple cuádruple, una serie de saltos que hasta hace poco sólo ejecutaba Plushenko, e hizo gala de una gran secuencia de pasos. Pero más allá de la parte técnica, Javi es consciente de su carisma sobre el hielo y lo explota al máximo. A mitad del tema de Henry Mancini, el Syma Hall ya estaba entregado ante el programa del Peter Gunn español, que los expertos consideran “una bomba”. Su registro fue 175.55. En total 267.11, casi 15 puntos más que Voronov, plata, y 30 mejor que Menshov. Javi Raya quedó 18º.

En el podio sonó el himno nacional y a Javi se le veía más sobrio que en 2013. El título era poco menos que una obligación para el valiente chico que con 17 años hizo las maletas hacia Estados Unidos, sin saber inglés, para ser una estrella. Le fue mal y viajó a Toronto, con Brian Orser, el hombre que ha pulido a aquel niño saltarín, que apunta muy alto de cara a Sochi. Lo que es evidente es que Europa ya no tiene secretos para Superjavi.