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SOCHI 2014 | PATINAJE ARTÍSTICO

Javi Fernández, a un paso de la medalla olímpica: quedó cuarto

El patinador madrileño completó un programa largo sin fallos reseñables, pero los jueces le dieron 166.94 puntos, lo que le dejó fuera del podio de Sochi en la cuarta posición.

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Javi Fernández, a un paso de la medalla olímpica: quedó cuarto
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Cuando Javier Fernández acabó su programa libre en el Iceberg Palace una sensación de optimismo inundó al madrileño y a los aficionados españoles. Su concurso había sido simpático, sin caídas, y, en el sofá de la verdad, Javi se mostraba sonriente. Hasta que recibió el veredicto de los jueces... El rostro del patinador español se descompuso. Le dieron 166,94 (su tope del año, 175.55), para estar en un total de 253,92, a 1,18 puntos del kazajo Denis Ten, que a la postre le quitaría el bronce y relegaría al de Cuatro Vientos a la cuarta posición (el último español que logró este puesto fue el boarder Jordi Font en 2006).

El análisis detallado del comité de sabios delataba que Superjavi, porque hay que seguir llamándole así, había reducido la dificultad de varios de sus vuelos, algo que le hizo “ir pensando durante todo el ejercicio” y al final le llevó al error, al repetir un triple salchow, que no combinó. Ese brinco ya no valía para su puntuación técnica, que se quedaba en unos escasos 77,80. Los componentes guiados por la música de Peter Gunn (coreografía, patinaje, transiciones...) fueron valorados con 89,14, buena puntuación, pero lastrada por los fallos al volar.

Tras el mazazo, Javi se quedó a pie de pista para ver si el nipón Yuzuru Hanyu y el canadiense Patrick Chan naufragaban. Y en cierto modo lo hicieron, porque tocaron el suelo más de una vez. Pero el apartado técnico de sus programas libres era muy superior y lo cumplieron. Además, contaban con una amplia ventaja del programa corto. El marcador daba 280,09 y el oro a Hanyu, compañero de entrenamientos de Javi en el grupo de Brian Orser. Chan, con 275,62 era plata. Javi se iba a los vestuarios desolado, aunque trataba de ser fuerte: “No quiero venirme abajo. Soy joven (22 años). Me quedan dos Juegos por delante”.

La euforia inicial se convirtió en lamento, pero no hay que perder la perspectiva. La existencia de un patinador en España es poco menos que un milagro. Lo preguntaba hace tiempo un medio canadiense: “¿Es posible un patinador en la tierra de los toreros?”. La respuesta es “sí”, pero gracias a una gran historia de sacrificio. En un país con 1.900 licencias y 14 pistas de hielo (“menos de las que hay en Toronto”), Javi Fernández se hizo hueco a base de valentía.

Historia. Hijo de militar y de una cartera, comenzó a patinar con su hermana Laura con seis años. Pronto descubrió su talento para saltar. Sin saber inglés, se fue a Nueva Jersey con el exigente ruso Morozov. Compitió en Vancouver donde terminó 14º. Marchó a Canadá con Brian Orser, que pulió el diamante. Junto a él, fue doble campeón europeo y bronce mundial. Ayer se quedó a punto de entrar en el Olimpo del deporte de invierno nacional, donde siguen solos los hermanos Fernández Ochoa, pero Superjavi es el héroe del patinaje español.