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Los fracasos más sonados del draft (II): Russell Erxleben

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Hay muy pocas posibilidades de que elegir a un kicker en primera ronda del draft de la NFL salga bien. Casi ninguna. Aún en el caso de que el jugador acabe siendo el mejor de la historia en su puesto nunca dejará de ser un especialista con un rol menor en cualquier equipo y, a pesar de momentos puntuales como en el final de una Super Bowl, que pueda titularse con aquello tan falso de que "el kicker dio el título a su equipo", lo cierto es que su impacto en la franquicia siempre será limitado.

Por eso cuando, en 1979, los New Orleans Saints decidieron elegir nada menos que en el puesto número 11 del draft a Russell Erxleben, kicker de la universidad de Texas, todo el mundo levantó la ceja y sonrió para sus adentros. Los Saints tenían una fama, ganada a pulso, de ser capaces de destrozar cualquier draft, pero lo de Erxleben era mucho incluso para ellos.

El jugador, por supuesto, contaba con un gran pedigrí. Estaría bueno que encima de hacer la locura de elegir un kicker en primera ronda éste fuese una mediocridad en su carrera universitaria. Con Texas había conseguido el tremendo premio de ser considerado All-America (los mejores de cada puesto) en tres años consecutivos: 1976, 1977 y 1978. De hecho, en el 77 había conseguido materializar un field goal de 67 yardas en un partido contra la universidad de Rice, estableciendo el record de la patada más larga de la competición.

Pero una cosa es la presión universitaria y otra, muy diferente, la del mundo profesional.

Considerado "el kicker del millón de dolares", Erxleben debutó de la peor forma posible. Frente a los grandes rivales de los Saints, los Atlanta Falcons, tuvo en sus manos el field goal de la victoria en la prorroga, pero un mal snap le obligó a jugar el balón con sus manos. Para su desgracia, lanzó una interecepción que acabó en un retorno para touch down y el partido en el saco de los Falcons. 

Fue apartado en seguida de las labores de kicker, pues falló varios field goals, y se quedó como punter en el equipo. Su carrera se quedó en 4 anotaciones de 8 intentos, ninguna de ellas de más de 39 yardas. Sólo cinco años después de ser drafteado, en 1983, fue cortado por la franquicia de New Orleans y, aunque intentó volver en 1987, con una oportunidad en los Detroit Lions, lo cierto es que allí se acabó su carrera deportiva.

Con todo esto ya podría ser una de las mayores decepciones de la historia del draft. Pero la deriva de su vida personal no hizo sino aumentar esta percepción.

De buena labia, Russell se dedicó a montar empresas de inversión. Convenció a no pocos compañeros, amigos y familiares para invertir con él. Con un modelo de estafa piramidal les fue engañando pues el dinero que iba entrando en la empresa servía para pagar a los primeros inversores sin que existiera operación que sustentase los beneficios. Dedicado al lujo, Erxleben frecuentaba la vida nocturna y los lujos. En 1993 un socio suyo le denunció por agresiones y en 2000, finalmente, su castillo de naipes se cayó y fue encarcelado al ser considerado culpable de estafar más de 30 millones de dolares a unos 500 inversores.

En junio del año 2005 salió de la cárcel federal en la que cumplió su condena y aseguró que jamás volvería allí. Se equivocó. En el año 2014 volvía a ser juzgado por fraude, y también por lavar dinero negro. La pena, en esta ocasión, fue de nueve años.

Dicen que cuando volvió a la cárcel aún era conocido por los funcionarios que allí trabajaban y por numerosos presos, que seguían dentro. Russell Erxleben se sintió abochornado y comenzó a visitar la biblioteca para preparar personalmente sus procesos de apelación y para comenzar a escribir un libro sobre su vida. En lo primero no parece que vaya a tener mucho futuro, pero en lo segundo puede tener entre manos un best-seller. Es lo que pasa cuando uno es uno de los mayores fracasos de la historia del draft de la NFL.