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Mike Tomlin busca el regreso a los orígenes de los Steelers

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Los Pittsburgh Steelers tienen una de las mejores defensas de la NFL y son capaces de correr contra la yugular de sus rivales una y otra vez para ganar partidos uno tras otro. Eso es tan cierto como que Los Angeles Lakers son el showtime, los New York Yankees son capaces de conseguir a cualquier jugador pagando de más y el Real Madrid gana la liga española casi todos los años ¿no?

Por supuesto que no. El tiempo pasa y todo cambia. Los Steelers no son inmunes a eso. En Pittsburgh no tienen el mismo equipo que antaño y ni siquiera el estilo se ha mantenido inmutable. Esta última parte es la que realmente duele a los que entienden que hay filosofías que están por encima de las coyunturas.

Mike Tomlin se convirtió en el entrenador más joven en la NFL, con sólo 34 añitos. Uno de los pocos afroamericanos. Además, en una franquicia con tres entrenadores (incluido él mismo) desde los años 60 es obvio que tiene toda la estabilidad del mundo. Sin embargo, en una situación tan idílica algo se perdió por el camino, eso que hacía diferente a la franquicia, y es un sello muy concreto de forma de juego. Todo eso, que fue degradandose por el paso del tiempo y las urgencias de cada domingo, molestó incluso al propio Tomlin que afronta un retorno táctico a los orígenes.

No hay mayor ejemplo de eso que la elección de su nuevo coordinador defensivo: Keith Butler. El hombre lleva en la franquicia desde el año 2003. Siempre a la sombre de Dick LeBeau, sempiterno coordinador defensivo de los Steelers, se ha hecho un nombre. Con el despido, enmascarado de "retirada", de la leyenda LeBeau (hoy en los titans), lo que Tomlin pretende es olvidarse de las últimas aventuras defensivas y poner en manos de Butler lo que mejor sabe hacer: una 3-4 de base con mucha presión desde los costados.

El coordinador defensivo sabe que la liga ha cambiado, pero no tanto como para no tener claro que el sistema clásico de Pittsburgh ha de ser su fundación. En esa 3-4 la posición "elephant" es esencial. La ocupan aquellos jugadores capaces de ocupar varios puntos de la línea defensiva y el exterior del grupo de linebackers. La flexibilidad de estos pass rushers es lo que dota de peligrosidad a toda la unidad.

Es el cuerpo de linebackers lo que siempre ha definido las defensas acereras y con el ascenso de Keith Butler se pretende que recuperen el protagonismo perdido en las últimas campañas. De ahí las elecciones en el draft. De ahí la fe en el nuevo coordinador defensivo.

En el ataque la vuelta a las raíces lleva ya un tiempo produciéndose. Tomlin ha acabado por dejarse caer en brazos de Todd Haley, su coordinador ofensivo, en este proceso. Haley llegó en 2012 y mantuvo una tensa relación con Big Ben de entrada porque el QB entendió que quería apartarle de la responsabilidad máxima del ataque.

Y en parte tenía razón. Haley es un hombre de complicado trato, pero sabe muy bien lo que quiere en un campo de football. Miguita a miguita, partido a partido, ha ido cambiando la tendencia del equipo de grandes pases en largo y jugadas en las que el balón estaba demasiado tiempo en las manos de Roethlisberger. El juego de carrera ha recuperado su presencia y, lo que es aún más importante, los pases cortos y un tempo acelerado ha acabado por imponerse. Ya no se ven esas jugadas en las que Big Ben espera, espera y espera para que sus receptores batan a los cornerbacks cincuenta yardas más allá.

Se ve un trabajo concienzudo en todo esto, una decisión estratégica. Estoy convencido de que Mike Tomlin se paró, hace dos o tres temporadas, y asumió que su obra se estaba caricaturizando. Fue entonces cuando fue modificando su equipo de entrenadores para buscar unas raíces que han ido muy bien en los Steelers desde hace mucho tiempo. No cambió de forma radical, no, pero paso a paso este equipo está volviendo a jugar con el estilo con el que siempre lo ha hecho.