Suspéndelo, Villar

Suspéndelo, Villar

Para cazar al Madrid se exige dedicación exclusiva. Y la cabeza del Rayo (y sus miedos) está varias plantas más abajo, a la altura del sótano en esta Liga. Al Bernabéu llegó ayer con el impulso del orgullo maltratado municipal (muy fea la alcaldada de sacarle del Centenario) y federativamente (no tiene un pase que la FEF organice una competición y elimine a uno de sus contendientes anticipadamente por modesto y por molesto). Pero en Vallecas pesa más la preocupación que la irritación. Por eso ayer fue el Rayo un equipo sin demasiadas impurezas tácticas pero frío durante tres cuartas partes del partido y una verbena en el cuarto de hora final.

Y es que el Rayo va de desdicha en desdicha, del atraco del viernes a la gripe inesperada del martes (Alcázar). La noche parece tan cerrada que hasta Roberto Carlos es capaz de mandarle a la lona de un derechazo. Para el resto, luego, no hizo falta llamar a nadie. Bastaron sus centrales, que sostuvieron bien al equipo al principio, para engordar el palmarés de Raúl, iluminar una noche gris de Zidane o darle aire a Figo en una desembocadura de partido infernal. En la segunda parte apareció en todo su esplendor la falta de fe de un equipo que sólo mira a la Liga, que ha llegado en la Copa hasta cuartos por inercia. La vuelta en Vallecas sobra. Quizá la FEF deba emplear la fecha para adelantar aún más el duelo ante el Alavés. Sería justo.