A perro flaco...

A perro flaco...

Caída libre, en eso está el Zaragoza. No es hora de tirar otra vez para atrás ni de empezar a enumerar las razones (y hasta las sinrazones) que han conducido al borde del abismo, sino de que los jugadores tiren del orgullo de una camiseta histórica, de que el presidente Solans mantenga el tipo como lo está haciendo en estos duros tiempos que corren, de apostar por el equilibrio de Luis Costa, y de que La Romareda aguante el chaparrón como una piña. Todo eso y, naturalmente, encomendarse a La Pilarica, consejo tan tópico como facilón, pero créanme que nada demagógico con la que está cayendo.

El problema es que a perro flaco... Y este Zaragoza desprende un tufillo raro, muy raro. Sin entrar en consideraciones sólo futbolísticas que obligarían a tirar la toalla, lo de Málaga es como para echarse a temblar: lesión de Láinez en el calentamiento, gol de Gerardo en el minuto de silencio, gol de Musampa en plenos ejercicios espirituales del anterior y, además, ¡con la derecha!, lesión de César, expulsión de Paco, tiro al poste de Juanele al final, no hay defensa titular ante la chavalería del Betis, no hay defensa para casi nada. Se quemó tanto tiempo con el ¡Chechu vete ya! que los árboles no dejaron ver el bosque, que cuando un árbol se quema algo suyo se quema. Toca rezar y ojalá que esto no sea oración, despedida y cierre.