Segunda | Atlético de Madrid
Llegan fundidos a las diez últimas jornadas
Huyendo de los nervios, Luis cambió su método y apostó por ir de más a menos a costa de sacrificar sus famosos finales de temporada.
Si hay una constante en el discurso de Luis a lo largo de su carrera como técnico es que todo se decide en las diez últimas jornadas. Lo anterior tan sólo sirve para colocarse lo mejor posible de cara a el sprint final.
Pero tras tantos años como entrenador de élite, el particular clima que vivía el Atlético a su llegada obligó al Sabio de Hortaleza a variar su método tradicional de trabajo. La frustración acumulada durante dos campañas (la del descenso y el nefasto añito en el infierno) colocaron al entorno rojiblanco al borde de una crisis nerviosa. La situación menos adecuada para un comienzo de temporada dubitativo. Visto lo visto, Luis cambió de planes. La pretemporada fue muy exigente y la plantilla estaba a tope para la primera jornada de Liga.
El Atlético empezó como un tiro. Líder desde la primera jornada, tras diez partidos acumulaba seis triunfos y tres empates por una única derrota y el cuarto clasificado empezaba a quedarse muy atrás. La entidad rojiblanca por fin podía disfrutar de la tan ansiada tranquilidad.
Calma que ha durado hasta hace un mes. Hay leyes en el fútbol que son inapelables y una es que no se puede estar a tope una temporada entera. Ahora, los jugadores dan la sensación de estar fundidos y las famosas últimas jornadas se les van a hacer muy duras. Pero si, como parece, el colchón de puntos dura hasta el final, el cambio de planes de Luis se demostrará acertado.
Los precedentes avalan la filosofía del Sabio de Hortaleza
En sus últimas diez temporadas en los banquillos, nunca un equipo dirigido por Luis ha terminado por debajo del décimo puesto en una clasificación de las diez jornadas finales de Liga. Ese fue el puesto que ocupó el Espanyol en la temporada 90-91. Por el contrario, el Mallorca (00-01), el Valencia (95-96) y el mismo Atlético (91-92) fueron los mejores en ese tramo. Los baleares aprovecharon el tirón para entrar en Champions, el conjunto ché a punto estuvo de arrebatarle el campeonato al Atleti del doblete, y los rojiblancos lucharon la Liga hasta el final (terceros) y ganaron la Copa del Rey.