"Me gusta que me llamen Iker de España"

Entrevista Casillas

"Me gusta que me llamen Iker de España"

"Me gusta que me llamen Iker de España"

AS

Con dos Copas de Europa a sus espaldas, pero con sólo 21 años, a Iker Casillas le ha llegado la hora de su definitiva consagración internacional.

Será el portero que defienda la meta de España. Y lo hará "en perfecta forma", según anuncia el madridista, que sueña con ver a toda España en la calle celebrando el título mundial.

La suerte le acompaña últimamente. Ha accedido a la titularidad en el Real Madrid y en la Selección por el mismo camino.

—Ya dije en su momento que tengo la desgracia de haber accedido a la titularidad por las lesiones de dos compañeros. Pero también que de alguna forma el fútbol fue justo conmigo y tuve la suerte de estar listo en el momento concreto y en el sitio oportuno. Son ocasiones que se presentan y que no las puedo desperdiciar.

Estuvo dos meses sin jugar y ahora tiene un Mundial ante sí. ¿Se encuentra en buenas condiciones?

—Es cierto que pasé dos meses sin jugar, pero también que antes estuve seis meses como titular en la portería del Madrid. Tuve una fase gris durante la temporada, pero ahora me encuentro en perfecta forma para afrontar el Mundial.

¿Se siente el guardameta titular de la Selección?

—No me siento titular, pero tampoco me sentí suplente ni aquí, ni en el Real Madrid. Tengo dos compañeros luchando por el puesto que son unos fenómenos. Por cierto, los tres somos madrileños, detalle que creo nunca ha sucedido con España en un Mundial y la Comunidad podría tener un detalle (sonríe).

Lo cierto es que la suplencia en el Madrid le pudo dejar sin Mundial. ¿En algún momento se temió que se pudiera quedar sin venir a Corea?

—Claro que temí quedarme sin Mundial. Si no juegas en tu club, lo normal es que no te seleccionen. Pero también es cierto que acumulé seis meses de méritos para que el Camacho tuviera un claro concepto sobre mi estado de forma.

Hay seis técnicos en la Selección y ninguno es especialista en preparación de porteros. ¿Le habría gustado poder elegir y traerse a Amieiro, como otros traen a sus fisioterapeutas?

—El club es el club y la Selección es la Selección. Aquí las decisiones las toma Camacho y yo las acato sin problemas. En ningún momento yo me he sentido desatendido por no tener conmigo a mi preparador del Real Madrid

A sus 21 años ha ganado dos Copas de Europa. ¿Qué se le ocurre que puede suceder si gana el Mundial?

—Eso es demasiado grande para imaginarlo sin haberlo vivido. Tengo que estar ahí, levantando la Copa, para sentir las sensaciones. Imagino que será lo más grande del mundo para un futbolista. No quiero ni pensar la que se puede líar. Todo Madrid se echó a la calle cuando ganamos la Champions, imagino que toda España se echará a la calle a celebrar un título mundial. Es el sueño de todos.

¿Y se parece en algo la Selección al Real Madrid?

—No. En nada. Ni en el funcionamiento ni en el estilo de juego. Son dos conceptos diferentes.

Dijo antes de salir hacia Corea que tenía una conversación pendiente con el Real Madrid porque quería aclarar su futuro. ¿Qué piensa a día de hoy?

—Yo quiero hablar con el club para saber qué piensa de mí en determinadas cosas. Pero quiero dejar claro que no tengo ninguna intención de irme ni de negociar nada. Simplemente quiero saber qué me espera en el club.

El Barcelona ya tiene portero nuevo. Se habló de que a usted le habían hecho una propuesta.

—Son cosas que están ahí y con las que uno convive. El futbolista siempre está en el mercado y debe aprender a manejarse entre rumores y noticias de este tipo. Si ha fichado a Enke, pues muy bien. No sé mucho de él.

Usted sabe que cuenta con un afecto especial por parte de la mayoría de los aficionados. ¿Podemos decir que es usted algo así como Iker de España?

—(Se ríe abiertamente). Pues no me importa que me llamen Iker de España. En realidad soy español, el portero de España, y defiendo a esta Selección con mucho orgullo. Ahora lo que debo hacer es responder a la expectativas y no cometer fallos porque no puedo defraudar a toda la gente que confía en mí.