Buenos augurios

Buenos augurios

Ahora que el cuero está a punto, otra vez, de soliviantarnos los ánimos y de desentumecer las emociones, he deseado mis mejores augurios al renacido y esperanzador Aleti a los pies del Garoé, el árbol sagrado de los bimbaches, los antiguos pobladores de la virginal y hermosa isla de El Hierro. El Garoé, un tilo de proporciones colosales, que solo la fuerza de un huracán pudo abatir a finales del siglo XVII y del que se conserva una réplica, almacenaba el agua de la lluvia y fue durante mucho tiempo el secreto indígena que impidió la conquista de la isla por las sedientas tropas castellanas, hasta que una princesa bimbache enamorada de un capitán español desveló el enigma.

También ante la Virgen de Nuestra Señora de los Reyes, que cada cuatro años, los herreños bajan en colorista procesión desde la Dehesa, al sur, hasta Valverde, la capital del norte, he elevado mis plegarias por la buena marcha del equipo. Que de una vez por todas encontremos un estilo definido de juego, que se diriman las dudas de la pretemporada, que siga la armonía en los despachos, el fervor casi religioso en la afición y como no, que los árbitros, no escenifiquen en nuestras jugadas sus previsibles errores. Tampoco en los viajes, donde uno cambia de prejuicios y da descanso de indeseables cotidianeidades a la mente, somos capaces de olvidar nuestras filias más íntimas.