El rey que regresó

El rey que regresó

Enero de este año. Partido de Copa en Heliópolis. Sobre el césped, un Betis que salía con hambre y rabia por llegar hasta muy lejos en el torneo. En la otra orilla, un Recreativo agonizando en los fondos de la clasificación, carabela agujereada y con la popa hundida. En el banquillo blanquiazul seguía Lucas Alcaraz, aquel héroe del verano último, entronizado rey de Huelva por los aficionados y que aquella noche de Sevilla tenía un cirio en la calle.

La dirigencia del Decano sólo entendía de números y comenzó a poner minas en los pasillos del Colombino. Aquel frío enero de Heliópolis, los timoneles de corbata ya habían subastado su puesto, y tocaron a varios técnicos. El trasero de Lucas olía a chamusquina, como se dice en muchos sitios de Andalucía. Pero el equipo blanquiazul se hizo de granito y los delanteros del Betis dejaron sus dientes en aquel murallar. Fue el punto de partida, cuando se tocó el infinito.

El viejo Recre comenzó a escribir derecho, pedaleó con fuerza y puso en la pared de las contradicciones a los poderosos. Caminaron los blanquiazules por los cielos del fútbol y comenzaron a sentirse el equipo de la primavera/verano de hace un año. Se plantó el Decano en la final de la Copa y se movió con descaro por los mejores salones de la Liga. Nadie duda ahora de este Recreativo, sólo los que quisieron ponerle mirando a Granada. Lucas Alcaraz sigue siendo el mismo: el hijo de Felipe, el nieto de González (el veterano león que no llegó a jugar unos ronditos con el monstruo Di Stéfano tan sólo por unos meses y que fue káiser en Málaga y profeta en su tierra), aquel maravilloso loco que sigue haciendo miles de kilómetros para ver a un jugador de Tercera o de Regional que no le cueste un duro al club, el coronel de una tropa de tiburones anónimos (Viqueira, Xisco, Raúl Molina, Camacho, Begoña, Luque, Benítez...) que le sigue a ciegas hasta el fin del mundo. Un diez por usted, joven maestro, que hace caminos cuando otros los borran.